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VISTO / OÍDO
Columna
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Las Españas

La tesis de las dos Españas reaparece tras las elecciones comunales de Madrid, que pueden parecerse a las generales que vienen. Hay algún filósofo de la historia que dice que hay tres: la tercera será la que fue arrastrada a la guerra civil por los activistas. Pero en aquel trágico momento hubo una sublevación militar, un golpe de Estado, y una defensa civil frente a lo que era desde el primer minuto una barbarie de exterminio. No dejó de serlo. Habría hoy herederos de aquel "movimiento" que englobaba monárquicos de dos reyes, falangistas de dos jefes nacionales, simples ricos, terratenientes, y toda la masa negra de la Iglesia católica. Una de mis maneras de mirar a la gente consiste en saber en qué bando estarían, si pudiesen, en un caso parecido. Pero mi observación primordial es la que hay muchas más Españas: exagerando, habrá unos 40 millones de Españas, porque los intereses de cada individuo son diferentes. La cuestión se multiplica con cuántas Cataluñas hay, cuántas Vasconias (hoy se repite que hay dos, la de Ibarretxe y la española: son más). No parece que estén representadas en las elecciones: se nos obliga a tomar una de dos opciones, que probablemente no representan a quienes las votan. Muchas de las fuerzas de aquel golpe de Estado votan a la derecha global junto con otros más moderados que creen, allá ellos, que este régimen conducido y modelado por Aznar representa la democracia y las libertades.

Otros votan a lo creen que es la izquierda por el arrastre de sus nombre definitorios, que ya no les representan, o simplemente contra el franquismo que creen ver en Aznar. A esta contracción se ha llegado por el artificio de la Constitución y sus sistemas para eliminar partidos y ofrecer un bipartidismo que más o menos equivale a la época de los "gobiernos turnantes"; y, sobre todo, para concentrar el poder en "dos partidos únicos"; las ofertas continuas de pactos entre los dos "únicos" tratan de eso, y lo conseguirían si se pusieran de acuerdo en el reparto de los beneficios. Son residuos de los mandos únicos: de la autocracia. Y de la "muerte de las ideologías" sabiamente decretada y corroborada por el "pensamiento único". Toda la riqueza ideológica, doctrinal, filosófica, de la multiplicidad ha desaparecido. Metida la cultura en su horma ministerial, las Españas han de elegir entre dos, sin saber siquiera dónde les va llevar cada una.

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