Prohibido viajar solos

Resulta, como poco, chocante que el fiscal general, el señor Cardenal, haya ordenado a los fiscales que soliciten la repatriación de todo menor de 16 años que no vaya acompañado de un adulto y sea sorprendido en el intento de entrar en España de manera ilegal. Cierto es que en lo que va de año la cifra de menores extranjeros que han sido detenidos en dichas circunstancias está aumentado de forma progresiva y alarmante. Es también constatable que, al recurrir a una orden de desamparo, consiguen quedarse en el país bajo la tutela de la Administración.

Pero no es menos cierto que actualmente está en vigor una Ley del Menor que cifra la edad penal en los 18 años, y, por si fuera poco, es un clamor el que se alza pidiendo que esto se revise y que muchos ciudadanos se sienten indefensos ante el vandalismo y la impunidad de nuestros menores.

¿Qué argumento hace factible este doble rasero?, ¿cómo es posible que a un niño que se ve obligado a dejar hogar y familia por el espejismo de una vida mejor lo consideremos responsable a la hora de regir su destino? ¿Hasta cuándo el cinismo de las medias verdades? Afirmemos sin pudor que estos fugitivos de la miseria son un caldo de cultivo para la delincuencia, que se nutre de su necesidad y marginación. Reconozcamos que, hoy por hoy, no contamos con medios ni recursos para acoger a esa población, porque incluso la nuestra en cierta manera está desamparada.

Pero mientras apoyemos unos conflictos y otros no, mientras sigan existiendo ciudadanos de primera y de segunda, no hagamos ejercicios de hipocresía, llamemos a las cosas por su nombre y lleguemos al consenso de la solidaridad.