Tres artistas, tres propuestas

La galería bilbaína Vanguardia acoge una instalación múltiple de Joxerra Melguizo (Vitoria, 1968). Consta de un gran número de imágenes diapositivadas. Cinco proyectores las estampan en ritmo discontinuo sobre las paredes oscuras. Son imágenes del autor frente a museos, centros de arte, ferias, espacios públicos (Tate Modern, Pompidou, Documenta 11, Art Forum, Palais de Tokyo...), un recorrido obsesivo a través del arte. Implica un desaforado exceso de amor junto a la más acendrada repulsa. Se ve atraído, al tiempo que desea denunciarlo; y es tanta su pertinaz dependencia del arte como la necesidad de denostarlo. Para que este cúmulo de contradicciones cobre una mayor contundencia, el autor se cubre con una capucha. Es una capucha de reivindicación cultural e incluso política, pero nunca politiquera. Él viaja para sentir y pensar en libertad. Otros recorren muchos kilómetros simplemente para ver partidos de fútbol. Con esta actitud tal vez autor se está afirmando en la creencia de que el arte es un acto de conquista, que requiere, además de un ineludible pero reconfortante esfuerzo, saber elegir con el mejor de los aciertos la capucha adecuada.

En la galería Catálogo General de Bilbao, Gustavo Adolfo Almarcha (Miranda de Ebro, 1953) muestra siete retratos y un autorretrato. Gestos con ceño, visajes de enojo y sorpresa, a lo que se suma un racimo de bocas abiertas. Todo ellos como grandes caretos, que no dejan sitio a lo superfluo ni, mucho menos, a las poses normales. Cada modelo se presenta por partida doble. Sobre esa duplicidad de semejanzas se puede argüir que nada es igual aun siendo lo mismo. La pincelada viva lleva consigo un sinnúmero de matices. Pintura con facturas diferentes. Sobresalen las piezas trazadas con inusitado vigor neoexpresionista, sumamente cargadas de pasta. El trazo violento y la pastorra imprimen carácter a los retratos. Al rechazo que llega en una primera mirada le sucede un sugerente atractivo. Es espectacular el autorretrato, con un martillo incrustado en la cabeza y el consiguiente flujo de sangre corriéndole por el rostro.

Luis Garrido (Pamplona, 1951) es un pintor que trabaja, por lo general, en torno a la realidad del paisaje tomado del natural. Óleos y dibujos mostrados en la galería Ederti de Bilbao. Pinta al óleo y dibuja a lápiz. Habita dentro de él un asceta que teje algo así como plegarias laicas. Valora lo insignificante. Mas corre el peligro de enquistarse en la comodidad de las pequeñas dimensiones. Pocos casos -vale decir nadie- encontraremos entre los miniaturistas que sean capaces de apuntar invenciones de alto valor en el mundo de la creación artística. Sólo Paul Klee ha sido capaz de inmensionar lo pequeño, dotando a sus obras el sorprendente rango de grandes obras maestras.