Urnas pasadas por agua

A las diez de la mañana, Francisco Javier Ansuátegui, el delegado del Gobierno, compareció ante los medios de comunicación con "una puntualidad británica", como él mismo anunció, para informar de que había una buena noticia: "No hay noticias. Todas las mesas están ya abiertas". A las 9.15 la actividad había comenzado en los 883 colegios de la región. Ansuátegui, una vez que comprobó que la jornada electoral había arrancado con normalidad, se marchó a ejercer su derecho al voto, en el colegio Logos, de Las Rozas, acompañado por su esposa y sus hijos mayores.

José María Prieto, vecino de Pozuelo de Alarcón, presentó una denuncia ante la Junta Electoral de Navalcarnero porque un párroco, ataviado con alzacuellos y crucifijo, presidía una mesa electoral de la localidad. Según este vecino, en un Estado no confesional como es España "es ilegal que una persona ataviada con indumentaria religiosa presida el voto en una mesa".

Gallardón dijo que las elecciones son el segundo reto para la Administración en cinco meses

El párroco ejerció como presidente en el Centro Cultural Volturno, en la Mesa U, Sección II 10. "Al ver al sacerdote me negué a votar y solicité al primer vocal que recibiera mi voto", explicó José María Prieto. La indignación del votante fue aún más allá y declaró que con la indumentaria del presidente de su mesa "convertía un acto civil en un acto religioso".

En otro colegio electoral de Madrid, dos jóvenes acudieron a votar luciendo en su ropa una pegatina de "Nunca Máis" y "No a la guerra", pero el presidente de la mesa no les dejó depositar su papeleta porque, en su opinión, "lucían propaganda electoral". Los chavales explicaron que hace cinco meses, en los comicios del 25-O, llevaban las mismas pegatinas y nadie les impidió votar. De nada sirvieron las explicaciones, por lo que finalmente éstos optaron por quitarse las pegatinas, dejar su voto y luego volverse a colocar los dos eslóganes.

La lluvia marcó el inicio de la jornada. Pero no fue el agua caída durante toda la noche lo que provocó una pequeña inundación en un aula del colegio electoral San Pablo, de Coslada, donde iba a ser instalada una mesa. Alrededor de las siete y media de la mañana, varios operarios del gobierno municipal encontraron una de las aulas del colegio inundada y descubrieron que existía una fuga de agua provocada por una rotura en una tubería. Los trabajadores cambiaron todo el mobiliario a un aula contigua.

Hubo también quien no recordó que en la noche del sábado al domingo el reloj tenía que retrasarse una hora para adaptarse al horario de invierno. Y algún despistado tuvo que regresar a casa a esperar la hora de votar o aguardar pacientemente la composición de la mesa.

El ministro de Justicia, José María Michavila, acudió a votar con Ana Mato, secretaria de Organización del PP. Ambos tenían cita en la urbanización Monte Alinas, en Pozuelo de Alarcón.

La portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Trinidad Jiménez, combatió la lluvia con una boina blanca y se acercó a votar, a la vez que pidió a los madrileños que no se quedaran en casa. Jiménez votó sobre las doce de la mañana en el instituto de enseñanza secundaria Santa Teresa de Jesús, de la calle de Fomento, donde recibió los saludos de los vecinos. Uno de ellos bromeó aconsejándole "que no se equivocara de papeleta".

Jiménez afirmó que "aquellos que sientan descrédito por la política den rienda a su legítima indignación y adopten una actitud activa para que entre todos podamos recuperar la credibilidad no sólo en la democracia, sino también en los políticos y la política".

Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid y presidente del Gobierno regional en funciones, pidió a los madrileños que "llenen las urnas de votos, que hagan una reflexión profunda y sepan que su voto es necesario, porque el Gobierno de la Comunidad debe contar con un alto respaldo ciudadano".

Ruiz-Gallardón acudió a votar junto a su esposa, Mar Utrera. El alcalde indicó que "no es un día para pedir el voto para ninguna opción". Y se mostró satisfecho porque la jornada electoral transcurriera con normalidad. "Estas elecciones son un reto para la Administración autonómica", dijo, "pues es la primera vez que celebra unas elecciones no coincidentes con otras autonómicas o municipales".

Por su parte, el diputado tránsfuga y número uno de Nuevo Socialismo, Eduardo Tamayo, que acudió a votar a media tarde a un instituto madrileño, recibió los insultos y abucheos de algunos votantes e, incluso, de los interventores socialistas. Tamayo, que tenía previsto ir a votar a primera hora de la mañana al instituto Fortuny, en el distrito de Chamberí, decidió cambiar el viernes pasado la hora por "razones de seguridad", según indicaron a Efe fuentes de su partido

Tamayo, que estaba acompañado por dos guardaespaldas, fue recibido con gritos de "macarra", "vendido", "sinvergüenza" y "chorizo".