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Reportaje:REPORTAJE

Azerbaiyán, la locomotora del Cáucaso

Pilar Bonet

Gracias al petróleo, Azerbaiyán se distancia económicamente de sus vecinos pos-soviéticos. Sin embargo, este país de ocho millones de habitantes emparentados con los turcos por su lengua y con los iraníes por su religión (shiíes) debe superar serios problemas para convertirse en la locomotora del Cáucaso.

Azerbaiyán aventaja a Armenia y Georgia en inversiones extranjeras (787,2 millones de dólares, frente a 49,5 millones en Armenia y 61,8 millones en Georgia en 2001), exportaciones (2.314 millones de dólares, frente a 343 millones en Armenia y 320 millones en Georgia) y producto interior bruto (5.700 millones de dólares, frente a 2.100 millones en Armenia y 3.200 millones en Georgia).

Los expertos advierten de que el Caspio está cada vez más militarizado. Los países ribereños no han llegado aún a una solución definitiva para la división del mar

Los intereses internacionales que convergen en Bakú se reflejan en nuevos hoteles, construidos sin ningún respeto por el entorno urbano erigido por la primera burguesía petrolera a principios del siglo XX.

De los 15 millones de toneladas de crudo que Azerbaiyán produce al año, más de ocho millones corresponden a la empresa estatal SOCAR, y casi seis millones, al consorcio internacional que bajo la dirección de British Petroleum opera el contrato del siglo en el Caspio (el conjunto de yacimientos Azerí-Chirag-Guiuneshli). En 2005 comenzará a funcionar el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceiján, que transportará 50 millones de toneladas de crudo al año a la costa turca del Mediterráneo, evitando el Bósforo y complementando las dos rutas por las que Azerbaiyán exporta hoy 8,5 millones de toneladas anuales, la del norte, al puerto ruso de Novorossiisk, y la del oeste, al georgiano de Supsa.

El astuto Gueidar Alíev ha sabido maniobrar entre Turquía, Rusia y EE UU y mantener buenas relaciones con Irán. La inexperiencia de Iljam, su hijo y sucesor, plantea incógnitas sobre la estabilidad del país, lastrado por la corrupción y la escasa difusión de los petrodólares entre una población que casi en un 50%, según los datos oficiales, vive en la pobreza. El sueldo medio es de 70 dólares, y los monopolios vinculados a la familia dirigente sofocan al empresariado medio.

La vida no es fácil para el azerbaiyano de a pie. En renta per cápita, Azerbaiyán aventaja sólo ligeramente a sus vecinos (715 dólares anuales, frente a 557 en Armenia y 682 en Georgia en 2001) y cerca de dos millones de personas han emigrado a Rusia.

Con los beneficios del crudo, el Gobierno ha creado un "fondo del petróleo", que hoy dispone de 800 millones de dólares, dedicados en teoría a fines estratégicos. Samir Sharífov, el director del fondo, calcula que los ingresos anuales de éste alcanzarán un récord de 4.000 a 5.000 millones de dólares entre 2009 y 2011. A diferencia de la opaca SOCAR, el fondo es una estructura bastante clara, opina Sabit Bagírov, presidente de Transparency International en Azerbaiyán. Del fondo han salido ayudas para los refugiados, casi un millón de personas que huyeron de la ocupación armenia a finales de los ochenta y principios de los noventa. Eriván controla el 20% del territorio azerbaiyano (el enclave del Alto Karabaj y varias zonas próximas), donde está vigente un alto el fuego desde 1994, pero la mediación de Rusia, Francia y Estados Unidos en el marco de la OSCE no ha dado resultado hasta ahora.

Ocupación armenia

Azerbaiyán no tiene capacidad militar para echar a los armenios, pero los políticos creen que el tiempo está de su parte. "Dentro de diez años, el presupuesto de defensa de Azerbaiyán será superior a todo el presupuesto de Armenia", dice Eldar Namázov, presidente del Foro Público para Azerbaiyán y ex ayudante del presidente Alíev. Para salir del callejón por las buenas, Namázov propone crear una comunidad caucásica inspirada en la Unión Europea. Las realidades son otras: Armenia y Azerbaiyán viven de espaldas entre sí y supeditan el trazado de las rutas este-oeste a la política: el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceiján prescinde de Armenia; Eriván bloquea el restablecimiento del ferrocarril a lo largo de la frontera de Azerbaiyán con Irán, y Bakú boicotea el enlace ferroviario directo con Eriván. "Los tres Estados caucásicos quieren integrarse en Occidente y deben decidir si quieren ir juntos y directamente o separados y en zigzag", afirma Namázov.

Bakú, que tiene a Turquía como punto de referencia, es miembro de la Asociación para la Paz de la OTAN, como Georgia, y ha contribuido con un contingente de 150 pacificadores a la expedición norteamericana en Irán, tras haber mandado otro a Afganistán. Armenia, el gran aliado de Moscú en el Cáucaso, vigila sus fronteras con ayuda de soldados rusos.

Citando al vicejefe de las tropas norteamericanas en Europa, el general Jack Wold, el diario Eco de Bakú afirmaba recientemente que EE UU planea incrementar su presencia en la región del Caspio y podría establecer bases en Azerbaiyán. "Cuando fluya el crudo por el oleoducto Bakú-Ceiján habrá que garantizar su seguridad, y para eso hay que ingresar en la OTAN", afirmaba Namázov.

Los expertos advierten que el Caspio, que alberga sustanciosos yacimientos, está cada vez más militarizado. Los países ribereños no han llegado aún a una solución definitiva para la división del mar. Azerbaiyán, Rusia y Kazajistán se pusieron de acuerdo sobre la zona norte, pero se mantienen las discrepancias con Irán y Turkmenistán. Por otra parte, el contencioso de EE UU con Irán por la construcción de la central nuclear de Busheer coloca a Bakú en una posición delicada, y está por ver si Alíev mantiene los equilibrios del viejo Gueidar o si se involucra en conflictos hasta ahora ajenos.

El emblema de Azerbaiyán preside los campos petrolíferos del mar Caspio.
El emblema de Azerbaiyán preside los campos petrolíferos del mar Caspio.AP

Los 'hermanos' de Irán

Si EE UU apuesta por desestabilizar Irán, los "azerbaiyanos del sur" (los ciudadanos de Irán de lengua y cultura azerbaiyanas) pueden ser un instrumento. En Bakú, unos se asustan y otros divisan nuevos horizontes ante la perspectiva de que los hermanos del otro lado de la frontera (entre 24 millones y 30 millones, según diferentes cálculos) se embarquen en una aventura contra el régimen iraní.

El Bakú oficial quiere mantener buenas relaciones con Irán y ha intentado en vano ayudar a tender puentes entre Teherán y Washington. Azerbaiyán quiso transferir a Irán una participación del 5% en el "contrato del siglo", pero las presiones estadounidenses le obligaron a renunciar a la idea.

"Irán no es Afganistán. Irán es un Estado centralizado dispuesto a colaborar con la OIEA y las organizaciones internacionales y no creo que pueda repetirse el escenario de Afganistán o Irak. Queremos que EE UU e Irán lleguen a un acuerdo", afirma el ministro de Exteriores azerbaiyano, Vilayat Gulíyev.

"A Irán nos une la historia, la religión, el hecho de que casi la mitad de los iraníes son azerbaiyanos étnicos", señalaba Gulíyev. Admite el ministro que "en Irán hay círculos que reprochan a Azerbaiyán su colaboración con EE UU y con Europa Occidental, pero un país soberano hace la política que mejor responde a sus intereses nacionales". Además, "Azerbaiyán no se inmiscuye en los asuntos internos de Irán, que es un país multinacional. Su constitución crea condiciones para las relaciones entre estos pueblos y quisiéramos que todos ellos se beneficiaran de los frutos del desarrollo iraní", afirma el ministro.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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