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Truls Mørk dice crecer y probarse a sí mismo con las 'suites' de Bach

El violonchelista noruego ofrece una gira por Sevilla, Madrid y Bilbao

Jesús Ruiz Mantilla

Es una obra tan fundamental, rica, emocionante, que da miedo. De hecho, Truls Mørk, violonchelista noruego curtido y discreto pero de éxito, se lo tuvo a las suites de Bach hasta hace poco. Ahora dice crecer y probarse a sí mismo con ellas ante el público en la gira que está realizando por España, donde ha actuado en Sevilla y Madrid y lo hace la semana próxima en Bilbao, donde también interpretará el Concierto para violonchelo, de Shostakóvich.

"Soy demasiado pequeño para esta música", suelta Truls Mørk con esa humildad nórdica que lleva a todas las esquinas del planeta a razón de más de 100 actuaciones al año, lejos de su amada Oslo. Y la frase suena rara ante un machote de casi dos metros y 42 años, pero da la medida de lo que es una de las obras de arte más importantes de la humanidad, las suites para violonchelo, de Johann Sebastian Bach.

"Había tocado ya prácticamente todo el repertorio que existe para mi instrumento, pero no me atrevía con las suites de Bach delante del público", confiesa. "Siempre había querido hacerlo, más cuando las conocía a fondo desde mi niñez, porque mi padre las tocaba en casa. Las tenía miedo, pero un día decidí que había que lanzarse". Y así lo ha hecho este año, cuando también las ha grabado. Aparecerán en primavera de 2004.

"No hay nada comparable", dice Mørk. "Es una perfecta combinación de lo subjetivo, porque las piezas llevan una pureza que emociona y una calidad objetiva que le da grandeza. Ante eso debes ser capaz de dar todo lo que tienes dentro y eso te pone a prueba, te da la auténtica medida de tu calidad, de tus posibilidades", afirma el músico.

Y de las capacidades físicas. "Cuando interpretas esta pieza acabas extenuado. Exige una concentración constante y un esfuerzo extra porque no dejas de tocar, ni de mover los dedos", asegura meneando y mostrando los de su mano izquierda, encallados y con las yemas deformes. "Si algún día tengo que dejar de tocar me han dicho que me podría ganar la vida en un hospital como un caso a examinar por mis deformidades en las manos", bromea.

Sabe que una vez que se empieza con estas piezas que Bach compuso para un instrumento que no sabía tocar, no se acaba nunca. Jamás permiten que uno las borre de la mente, más si se trata de un intérprete prodigio, porque ellas representan el auténtico reto, el alimento más completo en la vida de un violonchelista, como lo han demostrado también los grandes, desde Pau Casals y Fournier a Rostropóvich y hoy Yo Yo Ma o Mischa Maiski.

Ahora, esos sonidos eternos, mágicos y plenos de Bach se han quedado pegados al violonchelo de

Mørk, un Domenico Montagnana de 1723. "Es de la época en que Bach compuso las suites, que empezó en 1720, luego es de época, aunque con otras cuerdas. En su época se utilizaban cuerdas de tripa animal; ahora, desde que los auditorios son tan grandes, las usamos metálicas", explica Mørk.

No es un uso de ortodoxia para los representantes de la Corriente Auténtica, que exigen la interpretación pura y con instrumentos fieles a la época en que las obras fueron creadas, pero

Mørk no se considera del club. "No, no lo soy y, además, a mí me gusta el sonido del chelo moderno", se reafirma.

El violonchelista noruego Truls Mørk, ayer en Madrid.
El violonchelista noruego Truls Mørk, ayer en Madrid.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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