Mas pide para los Mossos el control y la regulación de los extranjeros
El candidato de CiU promete "tolerancia cero" con el incivismo
Artur Mas manifestó ayer que si el Gobierno catalán aspira a conseguir más competencias en inmigración, sería lógico que los Mossos d'Esquadra también asumieran el control y la regulación de los extranjeros y tramitaran la expulsión de los que delinquen. En la presentación de su programa sobre seguridad y justicia, el candidato de CiU prometió "tolerancia cero" con los actos de incivismo en lugares públicos, por ejemplo el llamado botellón.
Artur Mas no reclama ni más ni menos que la policía autonómica pueda aplicar la Ley de Extranjería, excepto la expulsión de los inmigrantes ilegales decretada por los jueces (pero sí los trámites administrativos previos). Los nacionalistas quieren obtener del Gobierno central plenas competencias en materia de inmigración, no sólo políticas sino también de seguridad. "Queremos que la policía autonómica intervenga ante la nueva inmigración y en el control de la extranjería, una materia que no fue recogida en el Estatut de 1979 porque entonces no había inmigración extranjera", manifestó el candidato nacionalista frente a la comisaría de los Mossos en L'Hospitalet de Llobregat, donde detalló su programa electoral en materia de seguridad y justicia.
CiU destacó entre sus iniciativas la "tolerancia cero" con la violencia doméstica, la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas, la eliminación de los pequeños robos y la intimidación en la calle, la compatibilización del ocio nocturno con el descanso vecinal y la lucha contra el incivismo.
Herramienta fundamental
Para conseguir estos objetivos, Mas señaló que, dentro de la visión "integral" que CiU tiene de Cataluña, la policía autonómica es una herramienta fundamental para hacer un "país seguro", porque "sin seguridad nuestra libertad está a la intemperie", añadió. Y señaló que CiU cumplirá su compromiso de terminar el despliegue de los Mossos en 2008, con más de 15.000 policías y 157 comisarías.
El conseller en cap aseguró que CiU no "descansará" hasta conseguir que los espacios públicos sean lugares de "convivencia y civismo para que puedan disfrutarse con absoluta tranquilidad". Aunque no lo citó, Mas se refería a fenómenos como el botellón. Para ello, los nacionalistas quieren aplicar una política de intransigencia con los actos graves de "incivismo, intolerancia o violencia contra las personas".
En materia de política penal, la federación nacionalista plantea crear 4.500 plazas penitenciarias y por el endurecimiento de las penas para los delincuentes peligrosos y reincidentes, con especial atención a la violencia doméstica, sexista o familiar.
Las propuestas de justicia se centran en dotar de más medios a la Administración para hacerla más "accesible, próxima, rápida y ágil". Asimismo se apuesta por convertir cada comarca en partido judicial, con lo que se aseguraría al menos un juzgado de instrucción, y por la finalización de la ciudad judicial de L'Hospitalet.
Lágrimas de presidente
Las elecciones no son un buen momento para que los políticos hagan testamento. En el fulgor de la batalla político-publicitaria, un instante de pasión puede tirar por la borda años de feliz matrimonio. Ya decía san Agustín que un momento de pecado puede echar a perder una vida de virtud. Y hasta ahora y durante 23 años, el presidente de la Generalitat se ha esforzado por mantener esa paciente vida de equilibrio y convivencia con los ciudadanos de Cataluña. Pero anteayer, en el Palacio de Congresos de Cataluña, hubo síntomas alarmantes. El Pujol ecuménico, el de la Cataluña de todos, sucumbió por una noche electoral a los encantos partidistas. La Cataluña de la cohesión -social, política y económica- que Jordi Pujol ha lucido como estandarte durante años cayó bajo el peso de la tradición del obispo Torres i Bages y su anatemización de las ideologías foráneas, encarnadas por todos los partidos a excepción de CiU. Así fue como un testamento -el de Pujol- que debía ser del agrado de todos los albaceas tuvo como único beneficiario a Artur Mas. Un Pujol con la voz rota por la emoción -aunque implacable con las formaciones políticas que durante 23 años han trabajado, junto a CiU, por el país- dijo que la federación nacionalista que él encabeza ha hecho, en muchas ocasiones, más por Cataluña que el propio Estatut. El escándalo habría sido mayúsculo si cualquier otro partido se hubiera atrevido a hacer tal ejercicio de patrimonialización y soberbia. Pero al presidente de la Generalitat no le tembló el pulso, sólo la voz. Y es que el mejor Pujol, el que es capaz de aprender de las virtudes del otro, no fue el que salió el jueves por la noche al estrado. El que habló y lloró era un Pujol tan comprensiblemente humano como rematadamente partidista.
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