Rossi, más difícil todavía
El campeón de MotoGP vence, pese a ser penalizado con 10 segundos, mientras Sete Gibernau se asegura el subcampeonato
Dígase que es de otra galaxia, que en la máxima categoría del motociclismo mundial hay dos campeonatos: el que disputa Rossi contra sí mismo y el que dilucidan el resto de pilotos entre sí, terrenales como son, y por lo tanto falibles. Llegará el día en que este tipo no espere a ser sancionado durante la carrera, lo que este año ha ocurrido en dos ocasiones, sino que por su cuenta decida animar a sus rivales, como en el colegio, "os doy dos goles de ventaja", podría decirles.
Sucedió que el señor Rossi dio otra vuelta de tuerca a su leyenda, logrando el más difícil todavía. Ganó, por supuesto, pero lo hizo de un modo inusual, penalizado como fue por el director de carrera por aquello de adelantar cuando no debía. Con 10 segundos fue sancionado Rossi. ¿Y qué? Ganó con 15 de ventaja sobre el segundo, el también italiano Loris Capirossi. Fue su octavo triunfo del año y su 21 podio consecutivo, a uno del récord del mejor de todos los tiempos, Giacomo Agostini.
El arranque de la carrera enseñó en cabeza hasta a 10 corredores, que circulaban pegados, subiendo y bajando puestos como si de una carrera de 125cc se tratara. Y en aquel enjambre llegó la inevitable caída, cuando Troy Bayliss golpeó por detrás a Marco Melandri. Cayó aquél y aparecieron las banderas amarillas, que impiden adelantar. No debió verlas Rossi, que rebasó a Capirossi.
Poco después, asomó el cartelón que informaba de su sanción: 10 segundos. Pero él no se enteró hasta la vuelta 13, el ecuador de la carrera. Entonces ya era el líder y le llevaba 3,7 segundos de ventaja al segundo, Melandri. Y comenzó la exhibición. Batió hasta en cinco ocasiones el récord histórico del circuito, y en cada vuelta aventajó a su rival, como si de una contrarreloj se tratara. Llegó solo, obviamente, con más de 15 segundos de ventaja sobre Capirossi, una bestialidad, otra más. Por detrás, Gibernau perdía la tercera plaza en la última vuelta, pero daba igual. Sete se había asegurado el subcampeonato mundial convirtiéndose, tras Álex Crivillé, en el segundo mejor español de la historia.
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