Gran fiasco de Toni Elías
El español se ahoga bajo la lluvia, acaba el undécimo y se queda sin posibilidades de conquistar el título de los 250cc en una carrera en la que Fonsi fue tercero
El piloto con más triunfos, con más poles, con más vueltas rápidas, con más condiciones para ganar en la categoría de 250cc, al que se rifan los equipos para que dé el salto a la cilindrada superior, no va a ser campeón del mundo. Semejante misterio se agrandó ayer en el circuito de Phillip Island (Australia), bajo una pertinaz lluvia. En ese escenario, el piloto español se ahogó sin remisión y acabó el undécimo. Dijo Elías tras protagonizar tan monumental fiasco que la moto no le había respondido en ningún momento, que le patinaba la rueda delantera, la trasera también, "y así es imposible", se lamentaba. Crucificó Elías a su Aprilia, pero en sus palabras no se adivinó acto de contricción alguno, con lo que habrá que convenir en que fue su traicionera máquina la única responsable de que un piloto que arranca en el primer puesto de la parrilla de salida, por quinta vez consecutiva, descienda hasta el 18º en sólo cuatro vueltas, como si de correr marcha atrás se tratara.
De nada sirvió la pobre actuación de Poggiali, noveno, porque el catalán lo hizo aún peor
Mantenía Elías una desventaja de 25 puntos sobre el sanmarinés Manuel Poggiali, el líder del campeonato. Dos carreras restaban por disputarse, la de ayer y la del próximo 2 de noviembre en Valencia, en las que se ponían 50 puntos en juego. Al catalán le bastaba con quedar por delante de su máximo rival en Australia, en el puesto que fuere, para llegar al circuito de Cheste con las posibilidades intactas. Elías había conseguido sobreponerse a su accidente en el Gran premio de Brasil, donde se cayó en la última vuelta cuando era segundo. Ahí perdió 20 puntos, que fue recuperando de forma casi heroica al ganar con una autoridad insultante las tres siguientes carreras.
Pero ayer todo se desmoronó. Difícilmente tendrá Elías una ocasión así. Porque Poggiali tuvo una actuación pobre, insignificante, sonrojante cualquier otro día a culquier otra hora. Pero lo que se antojaba un fracaso del sanmarinés, el noveno puesto, se convirtió en un éxito mayúsculo. Dos escalones más abajo quedó Elías, que enterró todas sus posibilidades. La moto, al parecer, tuvo la culpa.
Algo influiría también, se supone, el hecho de que no sea Elías un piloto ducho cuando arrecia la lluvia. Pero tampoco es de los peores. De hecho, ha ganado en alguna carrera con el piso mojado. Nada bueno presagiaba que el manresano llegara a la primera curva en el cuarto puesto, entre una maraña de rivales que intentaban salir ilesos de la refriega. En el primer paso por meta ya era décimo. Y 12º en el segundo. Y 14º en el tercero... Corredores como los españoles Álex Debón o Héctor Faubel debieron quedarse preplejos al verse por delante de un tipo que hasta ayer llamaba a las puertas del título a golpe de exhibiciones.
Los ordenadores, que escrutan cada circunstancia de la carrera, desvelarán qué problemas existieron en la puesta a punto de la moto de Elías, quien aseguró haber sido incapaz de domarla. Algo tuvo que ver la lluvia, por supuesto. Amén de los problemas de estabilidad que crea en el piso, el agua empaña la visera del corredor hasta hacerle imposible la visión, mientras la humedad entumece sus manos. Para la mayoría de los pilotos, y entre las excepciones figura Sete Gibernau, la lluvia es mala compañera de viaje. "Si la carrera se hubiera desarrollado en seco, las cosas habrían sido bien distintas", declaró un compungido Elías, que en la cuarta vuelta se encontró en el 18º puesto, lejos, lejísimos del primero, el italiano Roberto Rolfo, y a una enorme distancia de Poggiali, que viajaba décimo por entonces. Fue escalando algún puesto el español, más por las caídas que por delante se producían que por otra cosa. Pero nunca logró gobernar a una moto por lo visto ingobernable.
Por delante, Rolfo, que apuraba sus últimas opciones al título -llegará a Valencia a sólo siete puntos de distancia del todavía líder, Poggiali-, ponía tierra de por medio perseguido, es un decir, por Anthony West, con Randy De Puniet y Fonsi Nieto luchando por el tercer cajón del podio. Al que a la postre se subió el español, beneficiado por el accidente que sufrió el francés. Fonsi entró en la meta en solitario y echó la vista atrás, buscando, quizá, a su amigo Elías, al que no encontró, perdido como estaba no se sabe dónde.
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