Dólares por empleo
En los últimos meses está aumentando el ritmo de crecimiento en EE UU. Pero el empleo está estancando. Sin empleo, los riesgos a la baja sobre el consumo se acentúan, y si el consumo se debilita, el repunte actual de la actividad podría ser transitorio. Por eso, y porque las elecciones se aproximan, el empleo está centrando el debate en EE UU.
¿Es realmente la creación de empleo un problema tan acuciante para la economía estadounidense? En términos absolutos, no parece alarmante. Si se compara con una situación en la que la tasa de desempleo se situara en su nivel de equilibrio, en la economía hay 2,5 millones de ocupados menos de los que habría en condiciones normales (gap de empleo). Ahora bien, este gap sería más abultado si la comparación se hiciera con otros periodos de recuperación. Desde noviembre de 2001, la economía acumula una pérdida neta de 1,3 millones de empleos, frente a una ganancia acumulada de tres millones en el mismo periodo en una recuperación típica. El gap así estimado se elevaría a algo más de cuatro millones.
La petición de flexibilidad cambiaria, especialmente mirando a China, responde al retraso en la creación de empleo en la industria
Con todo, el aspecto que suscita mayor inquietud es que la destrucción de empleo se concentra en un reducido número de sectores, fundamentalmente los industriales. Durante la recesión, tres de cada cuatro empleos destruidos fueron en el sector industrial, y dos años después es el único sector con saldo negativo. A pesar del bajo peso del sector industrial en la economía, no más del 15% en términos de empleo o de producción, su peso en el comercio es elevado, 55% y 67% en las exportaciones e importaciones, respectivamente. Así, los resultados industriales han inducido una corriente de opinión demandando una mayor flexibilidad de los tipos de cambio, con los ojos puestos en China. Este país acumula la cuarta parte del déficit comercial de EE UU y hacia él parece desplazarse la actividad manufacturera, dados sus bajos costes.
En este contexto se enmarcan las propuestas del Congreso y el Senado para elevar las tarifas arancelarias a los productos importados de China, así como la gira del presidente Bush por varios países asiáticos. Prácticamente agotado el margen de maniobra de las políticas fiscal y monetaria, la petición de flexibilidad cambiaria responde a una disposición a depreciar el dólar con tal de generar empleo. Y es que el calendario electoral empieza a pesar.
Sonsoles Castillo es economista del Servicio de Estudios de BBVA.
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