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Entrevista:JOHN SAWERS | DIRECTOR DE ASUNTOS POLÍTICOS DEL FOREIGN OFFICE | ENTREVISTAS

"Los terroristas quieren impedir la transición en Irak"

Muy pocas personas están mejor informadas sobre Irak y ejercen más influencia sobre su trayectoria futura que John Sawers, director de asuntos políticos del Foreign Office británico. Hombre de confianza de Tony Blair, fue asesor de política exterior del 10 de Downing Street desde principios de 1999 hasta el verano de 2001 (en la práctica, el Condoleeza Rice en el Gobierno británico). Posteriormente, Sawers, especialista en el mundo árabe, fue embajador británico en Egipto, hasta que Blair le reclamó en mayo para que se hiciera cargo de la fuerza de ocupación británica en Irak. Allí permaneció, como número dos del estadounidense Paul Bremer, durante tres meses. En su puesto actual es responsable de elaborar la política del Foreign Office, por lo que dedica su atención a los asuntos que el primer ministro considere en cada momento prioritarios. Hoy, y en un futuro próximo, esa prioridad es Irak. EL PAÍS ha entrevistado a John Sawers en su despacho de Londres.

"Ha habido una entrada de supuestos 'muyahidin' de otros países, árabes no iraquíes, preparados para emplear la violencia contra la coalición y la propia población iraquí"
"Una vez celebradas unas elecciones basadas en la Constitución nacional, se formará un nuevo Gobierno al que entregaremos los poderes, y ahí terminará el papel de la coalición"
"Cuando se llega a Irak, la impresión que se obtiene de los iraquíes de todo el espectro es su gran alivio por la desaparición de Sadam: se han acabado los crímenes y las torturas"
"Es muy importante iraquizar el sistema de seguridad. Y tenemos que seguir acosando a los leales del régimen anterior. Creo que la captura de Sadam sería un golpe inmenso"
"Después del traspaso de poderes, será preciso que las tropas aliadas permanezcan sobre el terreno para garantizar la seguridad, pero tendrá que ser a petición del nuevo Gobierno"
"Un mandato de la ONU ayudaría a mejorar la atmósfera internacional, aunque los iraquíes son ambivalentes porque el Consejo de Seguridad no autorizó el derrocamiento de Sadam"

Pregunta. ¿Cómo marcha la guerra contra el terrorismo desde el conflicto de Irak? ¿Ha disminuido la amenaza?

Respuesta. Desde luego, han disminuido las posibilidades de que los terroristas internacionales puedan beneficiarse de los programas de armas químicas y biológicas de Sadam, porque él ha sido derrocado y los programas han dejado de existir. Es verdad que ha aumentado la amenaza terrorista contra nuestras fuerzas en el interior de Irak. Lo que sucede es que Irak ha pasado a ser un polo de atracción para los terroristas organizados y algunos grupos concretos de árabes mal aconsejados, muchos de ellos de otros países, que quieren desafiar a Estados Unidos, y que se vea cómo defienden su causa ante los que consideran el enemigo, los norteamericanos. Irak se está convirtiendo en un campo de batalla en esa guerra contra el terrorismo.

P. No existen pruebas de que Al Qaeda estuviera en activo en Irak antes de la guerra y, sin embargo, ahora sí parece estarlo...

R. Al Qaeda es una red poco rígida. Una de las organizaciones vinculadas desde hace mucho a ella es Ansar el Islam, un grupo kurdo islámico, extremista y fundamentalista, procedente del Kurdistán iraquí, en la frontera entre Irak e Irán. Este grupo actuaba en el norte de Irak durante los últimos tiempos de la era de Sadam. No está claro hasta qué punto contaba con el apoyo del propio dictador. Pero sí son reales sus vínculos con Al Qaeda, aunque no sabemos con exactitud cómo funcionan. El caso es que Ansar el Islam es en la actualidad el mayor grupo terrorista que actúa en el interior de Irak contra las fuerzas británicas y estadounidenses. Estaba allí antes del conflicto, allí sigue ahora, y todavía mantiene sus lazos con Al Qaeda.

P. ¿La gente de Sadam no constituye el principal elemento del terrorismo en Irak?

R. Durante los tres meses que pasé en Irak, la principal amenaza contra las fuerzas de la coalición la constituían los restos del régimen baazista. Pero esa amenaza se fue controlando poco a poco. Lo que ha ocurrido a lo largo del verano, creemos, es que ha habido una entrada de supuestos muyahidin de otros países -a través de Siria, Arabia Saudí o Irán-, por lo que ahora en Irak hay un gran número de árabes no iraquíes preparados para emplear la violencia contra la coalición y la propia población iraquí.

P. Irak es un lío tremendo; un caos de violencia, venga de donde venga, desde que británicos y estadounidenses fueron allí a librar la guerra. ¿Ha merecido la pena?

R. Desde luego que sí. Cuando uno llega a Irak, la impresión dominante que obtiene de los iraquíes -de todo el espectro político- es su tremendo alivio por la desaparición de Sadam, porque se han acabado los crímenes que cometió contra su pueblo; porque se han acabado las torturas. Para la inmensa mayoría del pueblo iraquí, hicimos bien. El debate dentro de Irak es muy distinto al que se desarrolla fuera. Todos los sectores de la opinión pública iraquí están muy agradecidos a la coalición por haber derrocado a Sadam. De modo que sí, es complicado reconstruir, sí, ha habido tensiones, sí, es verdad que no será fácil, pero no hay que menospreciar los progresos que estamos haciendo ni nuestro compromiso en irnos de Irak en el plazo aproximado de un año y en dejar un lugar mucho mejor de lo que ha sido durante los últimos 50 años.

P. Francia y Alemania exigen una rápida transferencia del poder político a los iraquíes. Estados Unidos y el Reino Unido dicen "no tanta prisa". ¿Qué criterios cree usted que deben de emplearse para determinar cuándo se debe traspasar el poder?

R. Hay que reconstruir las instituciones, reeducar a la policía, reconstituir la estructura de la economía y la sociedad de Irak antes de poder devolver a sus ciudadanos todos los poderes para gobernar el país. De no hacerlo así, estaremos dando la autoridad a unas instituciones incapaces de ejercerla, y eso será un retroceso. En el aspecto político, lo que más tiempo va a necesitar es la redacción de una nueva Constitución. El Consejo de Gobierno iraquí decidirá cómo y cuándo.

P. Habla usted de un año. ¿Cómo prevé que se desarrollen las cosas?

R. Seis meses para la conferencia constituyente encargada de elaborar un proyecto de Constitución. Después habrá que convocar un referéndum nacional para ratificarla, y en eso tardaremos varias semanas. Y otros dos o tres meses para organizar elecciones y desarrollar la campaña correspondiente; todo esto nos coloca en el verano que viene, o principios del otoño. Una vez que se hayan celebrado unas elecciones basadas en una Constitución nacional, se formará un nuevo Gobierno al que entregaremos todos nuestros poderes, y ahí terminará el papel de la coalición. Éste es un calendario indicativo, porque en realidad son los iraquíes quienes deben establecer sus propios plazos. En mi opinión, es posible hacerlo todo en ese tiempo, de aquí a un año. Pero son ellos quienes deben decidir a qué velocidad desean avanzar. Si consiguen elaborar una Constitución en un plazo más breve, podremos celebrar elecciones antes de lo previsto, en primavera o verano. Sería fantástico, siempre que las instituciones tengan la solidez necesaria para soportarlo.

P. ¿Insinúa que, de aquí a un año, todas las tropas extranjeras quizá se hayan ido ya del país?

R. No insinúo eso en absoluto. Lo que digo es que el poder de la coalición administradora de Irak se terminará cuando exista un Gobierno con plena soberanía. Ahora bien, igual que ocurrió en Alemania después de la II Guerra Mundial, después de transferir el poder a un Gobierno iraquí será preciso que las tropas británicas y estadounidenses permanezcan sobre el terreno para garantizar la seguridad, pero tendrá que ser a petición de dicho Gobierno. Quizá el pueblo iraquí elija a un Gobierno que diga que se vayan británicos y estadounidenses. Nosotros creemos que sería arriesgado, pero se trataría de un Gobierno soberano. Lo que sí sé es que todos los miembros actuales del Consejo de Gobierno iraquí -y es un grupo totalmente representativo- dicen que quieren que las fuerzas estadounidenses y británicas se queden todavía algún tiempo después de la entrega de poder para mantener la seguridad en el país, y creo que probablemente será así. Y no seremos sólo nosotros y EE UU. En estos momentos hay tropas de alrededor de 35 países. España es uno de ellos. Polonia, Italia, Dinamarca... más de la mitad de los miembros de la OTAN tienen tropas en Irak y, en mi opinión, el número va a aumentar. De modo que seguirá habiendo una presencia militar internacional en Irak durante un tiempo, además de una enorme aportación económica.

P. ¿Y la cuestión del liderazgo estadounidense?

R. Seguramente, EE UU seguirá al frente, pero es probable que la proporción de fuerzas estadounidenses respecto al total se reduzca. Por el momento, son 135.000 soldados de un total de 170.000, me parece. La cifra total disminuirá, y también lo hará la proporción estadounidense. Al final habrá un nuevo ejército iraquí, formado con criterios occidentales e independiente de cualquier fuerza política, y ésa será la garantía suprema de la independencia de Irak.

P. ¿Mejoraría las cosas un mandato de la ONU?

R. Un mandato de Naciones Unidas ayudaría a mejorar la atmósfera internacional. No serviría de gran cosa dentro de Irak. Los iraquíes son un poco ambivalentes respecto a Naciones Unidas. Muchos opinan que el Consejo de Seguridad les defraudó al no autorizar el derrocamiento de Sadam.

P. ¿Qué factores inclinarán la balanza en materia de seguridad?

R. En primer lugar, tenemos que construir las instituciones iraquíes de seguridad -la policía, el ejército, la defensa civil, las unidades de protección del petróleo y la infraestructura energética-, para que los iraquíes asuman cada vez más responsabilidad. En mi opinión, mientras los soldados estadounidenses, británicos, españoles o italianos estén a cargo de proteger la infraestructura iraquí o de garantizar la seguridad en el país, existirá cierta ambivalencia al respecto, y esa ambivalencia disminuirá enormemente cuando los iraquíes se hagan cargo de la seguridad. Es realmente asombroso: cuando la policía iraquí empezó a recobrarse, comenzó a actuar en las calles, a ocuparse de los delitos locales, a detener a los que robaban coches en los semáforos y ese tipo de cosas, se encontraron con un respaldo increíble por parte de la población, que vio por primera vez a unas instituciones del Estado que actuaban en interés de los habitantes, y no como fuerza represiva. En otras palabras, es muy importante iraquizar el sistema de seguridad; cuanto antes lo hagamos, antes podremos resolver la situación. En segundo lugar, tenemos que seguir acosando a los miembros leales del antiguo régimen. Todavía no hemos capturado a Sadam. Creo que su captura será otro golpe inmenso.

P. Explique por qué es tan importante...

R. Porque Sadam fue una pesadilla para los iraquíes, y el hecho de que no esté muerto, ni haya comparecido ante la justicia, significa que sigue acechando en la oscuridad, igual que sigue haciendo sus grabaciones. No podemos estar seguros de que quien aparece en ellas sea Sadam, pero seguramente sí lo es. Muchos iraquíes que conocen la historia de su país saben que los baazistas fueron derrocados, pero regresaron cinco años más tarde. No creo que haya ninguna posibilidad de que eso ocurra. Hay cero posibilidad de que sea así. Pero los iraquíes, en el fondo, siguen teniendo miedo de que Sadam, el hombre que dominó sus vidas durante tanto tiempo, siga vivo. Apresarle sería un factor muy importante.

P. ¿Cómo van a derrotar al terrorismo dentro de Irak?

R. Ése es un problema mucho más a largo plazo. Los que colocaron la bomba que mató a Sergio de Mello eran terroristas, como eran terroristas los que asesinaron al ayatolá Al Hakim. La idea de que son una especie de resistencia iraquí es una estupidez. Son personas que intentan destruir las posibilidades de que salga bien la transición a una sociedad más justa. La lucha contra el terrorismo, como sabemos muy bien en España o el Reino Unido, no es una cosa que se resuelva de la noche a la mañana. Para ello hace falta abordar una combinación de varios aspectos. La intervención eficaz de las fuerzas de seguridad es uno de esos aspectos, y en Irak hemos experimentado ciertos avances en ese sentido, pero existen además otros problemas más amplios. Mientras el mundo árabe e islámico se sienta inferior o víctima de la injusticia, seguirá existiendo el caldo de cultivo para el terrorismo y las acciones terroristas contra objetivos occidentales. Por tanto, paralelamente, tenemos que abordar la necesidad de justicia en Palestina. Y debemos reconocer el hecho de que los árabes de países como Egipto y Marruecos, en todo el mundo árabe, desean vivir en sociedades más justas, en las que puedan influir más en sus estructuras de Gobierno.

P. ¿Ésa es la razón de que hayan acudido a Irak terroristas procedentes de otros países árabes?

R. El terrorismo florece donde existe una injusticia, donde la gente tiene la sensación de que carece de los medios políticos legítimos para expresar sus opiniones. Eso no quiere decir que justifique el terrorismo, ni mucho menos, pero para combatirlo es necesario acabar con los que cometen actos terroristas y, además, abordar las injusticias que hacen que la gente se sienta agraviada y abocada al extremismo y a la violencia.

John Sawers se dirige a los periodistas en Bagdad.
John Sawers se dirige a los periodistas en Bagdad.AP

Coincidencias con Irán

Pregunta. ¿Irán es una fuerza para el bien en Irak o está perjudicando sus objetivos?

Respuesta. Irán está interesado en Irak porque es su vecino y ha sufrido una guerra de agresión de Sadam en la que perdieron la vida cientos de miles de iraníes. Asimismo, hay muchos refugiados iraníes en Irak y muchos refugiados iraquíes en Irán. Existen semejanzas religiosas [Irán es chiita; la mayoría de los iraquíes también lo son]. Hay muchos vínculos que unen a Irak e Irán, de modo que Irán tiene un interés legítimo en que Irak sea un vecino estable y que no represente una amenaza. Ahora bien, al mismo tiempo, los iraníes están interfiriendo en Irak hasta un punto que es francamente inaceptable. Hay en el país una enorme presencia de los servicios de inteligencia iraníes, y también están, de forma ilegal, unidades de la Guardia Revolucionaria iraní. Les hemos dicho a los iraníes que esa presencia ilegal debe terminar. Sin embargo, por el momento, tenemos cierta coincidencia de intereses. Nosotros queremos un Irak estable y justo; los iraníes, también. Nos gustaría retirar nuestras fuerzas cuando llegue el momento apropiado, y los iraníes también desean -por distintos motivos- que las fuerzas estadounidenses se alejen de sus fronteras. Pero los iraníes no quieren que Occidente triunfe en Irak, no quieren que Irak cuente con un Gobierno proamericano y prooccidental. Quieren ayudar a que asuman el poder en Bagdad personas que vayan a responder a los intereses de Teherán.

P. Entonces, ¿hasta qué punto es Irán una amenaza, en estos momentos?

R. En la actualidad nos encontramos en un pulso incómodo, con cierta interferencia iraní dentro del país, pero la mayor amenaza a la que nos enfrentamos ahora en Irak es la que representan elementos procedentes de las regiones suníes, leales al antiguo régimen, y terroristas árabes procedentes de otros países, que actúan desde esas zonas suníes situadas al norte y al oeste de Bagdad. Los iraníes no han intentado destruir la transición. Se han adaptado con dificultades a ella. Por ejemplo, fueron uno de los primeros países en reconocer al Consejo de Gobierno.

Y algunos miembros del Consejo tienen lazos muy estrechos con Teherán. El ayatolá Al Hakim, que murió asesinado, era su mayor amigo dentro de Irak en muchos aspectos. Es decir, existen tensiones, pero creo que es un área en la que, con cierta claridad -con unas líneas bien definidas que no esperamos que crucen los iraníes-, podemos coexistir y obtener los resultados deseados en Irak. Sin embargo, existen otros contenciosos entre Irán y el resto de la comunidad internacional, como sus esfuerzos para desarrollar armas nucleares y la ambigüedad de sus vínculos con Al Qaeda y otros grupos terroristas, incluidos los que intentan acabar con el proceso de paz en Palestina. Son problemas de los que vamos a tener que seguir ocupándonos, sobre los que necesitaremos tener una postura absolutamente clara, sin engañarnos sobre los peligros que plantearía un Irán dotado de armamento nuclear o los que plantean sus vínculos con grupos terroristas.

P. En cuanto a Irak, lo que parece decir usted es que nos encontramos ante un sutil juego político con Irán, y que, si se juega con inteligencia y delicadeza, podría salir beneficiado todo el mundo.

R. No hay duda de que existe una comunidad de intereses. Si conseguimos hacer en Irak la transición a un Gobierno estable en el que, por primera vez en la historia del país, la comunidad chiita pueda desempeñar el papel que le corresponde, los iraníes aceptarían esa situación y no intentarían menoscabarla.

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