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Más del 10% de los enfermos terminales piden la eutanasia

Los médicos insisten en que los cuidados paliativos son su mejor opción

Cada año mueren en España más de 360.000 personas. Para muchas (como los enfermos de cáncer o dolencias degenerativas) el final de la vida llega tras procesos largos y dolorosos, pero sólo una cuarta parte recibe atención en centros especializados. Así lo afirma el presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, Antonio Pascual. De ellos, "entre un 10% y un 15% (unas 10.000 personas) manifiesta deseos de que acabe con su proceso", añade.

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Pero esta voluntad de los enfermos es cambiante. Ante las trabas legales, apenas 25 solicitan cada año ayuda para morir en casa o información sobre formas de suicidio (en España o en los países europeos donde la eutanasia es legal, como Holanda y Bélgica, o no se castiga el suicidio asistido, como en Suiza) a asociaciones como Derecho a Morir Dignamente o Morir en casa.

Una encuesta del Centro de Investigaciones Científicas afirma que el 60% de los médicos cree que habría que dar una respuesta a estos pacientes legalizando -con controles- la eutanasia. Pero también indica que la mayoría se negaría a ser ellos quienes la practicaran. "La Sociedad Española de Cuidados Paliativos decidió hace un año en un documento que la regulación de la eutanasia no era prioritaria", aclara Pascual. "La gente demanda no sufrir, pero eso puede conseguirse actualmente con el uso adecuado de los medicamentos, como la morfina", explica. Otro asunto es que en España hay todavía cierta reticencia ante el uso de calmantes. En 15 años se ha pasado de un consumo de 0,5 kilogramos de morfina por millón de habitantes a 12 kilogramos, explica Pascual. La cantidad sigue siendo "poca", afirma. En países como Reino Unido, el consumo medio es de 25 kilogramos por millón de habitantes, añade.

Además, existen pocas unidades del dolor o centros de cuidados paliativos (unos 300, enfocados casi todos a enfermos oncológicos). "Debería haber por lo menos el doble", afirma Pascual. La composición de estos equipos es variable. Idealmente, deberían contar con médicos, enfermeros, auxiliares, psicólogos y probablemente trabajadores sociales, fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales. Pero no suele haberlos.

Estos centros deberían dar una respuesta a la mayoría de los casos. "En cuidados paliativos de enfermos terminales, el principio es que los efectos secundarios de la medicación no importan", añade. Cuando el sufrimiento es extremo, se puede llegar hasta la sedación, "una desconexión farmacológica", explica este médico. Con ella se provoca un coma irreversible. Esta última solución se aplica a casi el 20% de los casos. Entonces, el paciente ya no sufre, y lo normal es que en un periodo corto de tiempo fallezca.

Pero ni con todas estas posibilidades terapéuticas se cubren todos los casos. El debate entre cuidados paliativos y eutanasia es falso, insiste Pascual. Habría "excepciones" en las que el paciente pediría la muerte, reconoce. Entonces habría que plantearse la regulación de la eutanasia, admite. Una legalización llena de controles, en la que el paciente, el médico y los comités éticos deben trabajar juntos.

Además, como indica el presidente de la Comisión de Atención al Final de la Vida del Consejo General de Colegios Médicos, Marcos Gómez Sancho, esta regulación debería dejar abierta la posibilidad de que los médicos se inhibieran por motivos de conciencia.

En este campo, el testamento vital puede ayudar, aunque este documento es más "una defensa contra el encarnizamiento terapéutico", opina Pascual. "En él lo que se recoge es más bien lo que no queremos que nos hagan", y en eso ya hay "acuerdo de todos los médicos".

Ramón Sampedro, el tetrapléjico que llevó a cabo la eutanasia en 1998.
Ramón Sampedro, el tetrapléjico que llevó a cabo la eutanasia en 1998.LALO R. VILLAR

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