Creadores de opinión
En los últimos seis meses las bolsas han experimentado una fuerte recuperación (de hasta el 34% para el Ibex 35 en su mejor momento) proporcionando a los fondos de renta variable española rentabilidades acumuladas promedio del 32%.
Cuando se habla de la evolución de los fondos de inversión, casi todo el mundo piensa en los fondos de renta variable. Los garantizados, monetarios o de renta fija a corto plazo se consideran asimilables a cuentas corrientes. Sólo los de renta fija a largo plazo se toman como una rara especie, que de tarde en tarde da pérdidas (del 0,82% en los meses de este último verano), lo que al pequeño inversor se le antoja casi como un imposible metafísico: "Si es renta fija, ¿cómo puede tener pérdidas?".
A pesar de su escasa relevancia en el conjunto del mercado español (apenas el 8% del patrimonio total o el 19% si se añaden los fondos mixtos), los fondos que "crean opinión" son los de renta variable: bastó que acumularan minusvalías entre los años 2000 y 2003 para que se hiciera general la impresión de que los fondos daban pérdidas, a pesar de que, mientras tanto, los de renta fija y monetarios, que representan un porcentaje mucho más elevado del patrimonio total (el 55%) hubieran estado proporcionando rentabilidades medias superiores al 10% para el mismo período.
¿Qué ocurrirá con unos y otros en el próximo futuro? Si la historia sirve de inspiración, las grandes tendencias estarían relativamente claras. Hace dos semanas el G-7 emitió un comunicado que todo el mundo interpretó como un acuerdo implícito de depreciación del dólar. Incluso se lo ha comparado con los Acuerdos del Plaza, que inauguraron 10 años de dólar débil a partir de 1985. Pues bien, no ha habido momentos concretos de fuerte depreciación (o, antes de 1971, devaluación) del dólar que no hayan ido seguidos, tras un corto período de acusada inestabilidad, de fuertes movimientos alcistas de las bolsas. Si se reprodujese una vez más ese patrón de comportamiento, tras la actual corrección del Ibex 35, que podría llegar en algún momento hasta 6.500, habría un fuerte tirón alcista (hasta 8.100-8.500), después del cual las Bolsas quedarían delicadamente expuestas a lo que será una prueba de fuego y, probablemente, el último coletazo de esta gran crisis: la subida de los tipos de interés por los bancos centrales.
Juan Ignacio Crespo es director de Análisis de Lipper
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