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Crónica:FÚTBOL | Última jornada de la fase previa de la Eurocopa
Crónica
Texto informativo con interpretación

La repesca espera a España

La selección resuelve ante Armenia con más goles que juego y ganas, pero acaba segunda tras Grecia

Tarde, complicándose la vida con un planteamiento reservón ante un rival menor que no escondía ningún peligro, España resolvió su visita a Armenia. Ganó sin fútbol y sin pretensiones, despreciando su exceso de calidad, el argumento que le sitúa muchos pueblos por encima de su adversario. Por eso Armenia, con menos recursos pero mucho más valiente, se sintió de igual a igual durante muchos minutos. Era mentira. Incluso así de plana y sin ninguna ambición, España es mejor. Y por eso no sólo ganó, sino que goleó. Pero no le sirvió de nada. El castigo se lo había ganado ya en otras tardes. Grecia no pinchó y España tendrá que disputarse en la repesca de noviembre su presencia en la Eurocopa.

ARMENIA 0 - ESPAÑA 4

Armenia: Berezovski; Hovsepyan, Vardanyan, Zeciu (Bi Livio, m. 88), Melikyan; Dokhoyan; Voskanyan (Mousesyan, m. 77), Khachatryan; Sargsyan, Arman Karamyan (Petrosyan, m. 87) y Artavard Karamyan.

España: Casillas; Salgado, Helguera, Marchena, Puyol; Albelda, Baraja (Xabi Alonso, m. 65); Etxeberria, Valerón, Vicente (Reyes, m. 60); y Raúl (Luque, m. 77).

Goles: 0-1. M. 7. Etxeberria llega hasta la línea de fondo, centra raso al punto de penalti y Valerón, solo, remata.

0-2. M. 75. Valerón profundiza para Etxeberria, que centra raso al segundo palo, desde donde Raúl empuja a la red.

0-3. M. 86. Reyes culmina a pase Valerón un contragolpe.

0-4. M. 90. Reyes, tras envío de Salgado.

Árbitro: Meier (Suiza). Amonestó a Khachatryan, Arman Karamyan y Sargsyan.

16.000 personas en el estadio de la República.

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El tenis explica mejor estas cosas. Errores no forzados, los llama, y ayer los repitió Armenia una y otra vez. No había un motivo que los justificara, no había detrás un mal movimiento propio ni una incómoda maniobra ajena. El caso es que sin tener por qué, Armenia de pronto regalaba la pelota. Y así, ya podía estar Etxeberria con los brazos en jarra, por citar un nombre, que el balón se daba de bruces con su pierna en el momento más inesperado. Pudo montar España así unas cuantas ocasiones, pudo cerrar el partido a cal y canto, pero andaba demasiado entretenida en precauciones. En mirar con recelo a un rival que ciertamente no lo merecía.

Porque Armenia le ponía voluntad, pero era muy poca cosa. Pese a la debilidad del rival, España recibió el partido con miedo. La alineación de Sáez fue todo un síntoma. Especialmente por la aparición de Albelda en el doble pivote. Xabi Alonso se había ganado el volante del equipo en las últimas citas, pero el seleccionador le adivinó al encuentro un peligro que no estaba y decidió poner en su lugar a un futbolista menos dotado técnicamente, pero más portentoso en lo físico. Con el cambio, España, que jugó con demasiada gente por detrás de la pelota, perdió vuelo. Sólo Baraja daba de vez en cuando aire de equipo grande.

A Valerón, que volvía al fin al equipo después de unos cuantos días de suplencia, le faltaban referencias por delante para descorchar su inigualable visión de juego. Como Raúl le hacía apoyos de segundo delantero, sólo podía desahogar el juego por las bandas, pero en ese territorio la selección se ha vuelto demasiado previsible. Vicente no se va ahora de nadie y Etxeberria, en mejor estado, se prodigó a ratos. Además, cuando la jugada salía, no había demasiada presencia en el área para rematar. A España le faltaba un nueve. Lo notaron los extremos, pero sobre todo Valerón. No sólo porque se le cerraran puertas por donde colar sus pases, también porque le tocaba precisamente a él, contra natura, estar pendiente más de llegar al remate que de inventar.

El tempranero gol de Valerón, precisamente asomando en el área ante un centro raso de Etxeberria, acentuó el conservadurismo de los de Sáez. Tras el 0-1, a los siete minutos, España decidió esperar el partido desde el centro del campo, mucho más dedicada a apagar los arranques ofensivos de los armenios que de crear. Acumuló unas cuantas ocasiones, pero por esa ley del regalo a la que se aplicó de veras Armenia. Sin más tensión competitiva que la paciente espera de noticias de Atenas, España prefirió no correr riesgos atrás. O creyó que eso es lo que hacía.

Porque se olvidó de cerrar el partido. Con menos recursos y peor gente, Armenia enseñó un planteamiento más valiente. Y eso le permitió seguir vivo en el partido durante un buen rato, venirse arriba a costa de la racanería de su rival. España, que tenía más, se fue empequeñeciendo a base de sentirse menos. Se empeñó en mirar con cobardía el partido y acabó por sufrir, por imaginarse que de verdad encerraba peligro el rival. Hasta Casillas se vio obligado a intervenir pasada la hora de juego en un par de oportunidades apretadas.

Salió Reyes por Vicente y Xabi Alonso por Baraja, pero el panorama no cambió. España movió mejor la pelota, pero se acentuó la idea del técnico de vivir el partido con excesivo temor. Sáez buscó más equilibrio defensivo si cabe con las sustituciones y reforzó su decisión de jugarle a la contra a la impetuosa pero débil Armenia. En uno de esos contragolpes, España logró otro gol y ya respiró tranquila. Fue en ese preciso instante cuando se enteró del gol de Grecia. Se consoló marcando más goles (los dos primeros de Reyes en la selección), pero ya consciente de que su futuro depende de una repesca.

Valerón regatea a dos jugadores armenios.
Valerón regatea a dos jugadores armenios.REUTERS

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