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ASESINATO DE UN MILITAR ESPAÑOL EN BAGDAD

La Embajada española figura entre los objetivos de atentados

Ramón Lobo

Tras el atentado contra la ONU, que acabó con la vida de 22 personas -entre ellas el español Manuel Martín-Oar y el enviado especial de Naciones Unidas, el brasileño Sergio Vieira de Melo-, la empresa Global Security, que asesora a Paul Bremer, jefe de la autoridad de ocupación, estableció cuatro posibles blancos de ataques terroristas.

En segundo lugar figura el edificio de la Embajada española. El primero es la legación alemana. El tercero, los hoteles Sheraton y Palestina. El cuarto, la propia autoridad de ocupación. No hubo, que se sepa, advertencia alguna sobre el riesgo que corrían las personas que trabajan en esos lugares fuera de sus instalaciones. También hace seis semanas, los estadounidenses advirtieron a la comunidad diplomática del riesgo de secuestros de occidentales.

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El asesinato de José Antonio Bernal preocupa mucho a la comunidad diplomática en Bagdad. Nadie está ya seguro fuera de las legaciones ni en los traslados por una ciudad caótica. Los cuatro hombres que fueron a casa del funcio-nario español habían preparado minuciosamente la acción y parecían saber cuál era su objetivo. En las últimas semanas se ha incrementado la seguridad en la Embajada española, el segundo de los posibles objetivos de los terroristas según la empresa Global Security.

Obsesión por la seguridad

Ya no es posible circular por la calle de acceso ni entrar sin ser registrado por policías iraquíes. La residencia del embajador, en el mismo barrio Al Mansur, donde viven casi todos los diplomáticos, está ahora mejor resguardada. Barreras de hormigón impiden el paso por la calle y obligan a los coches a circular en zig zag.

Los hoteles Sheraton y Palestina, donde decenas de periodistas de medio mundo conviven con militares y agentes estadounidenses, disponen de un muro triple de hormigón en la zona que da al río Tigris. Está prohibido el paso de vehículos, excepto los autorizados especialmente, que son registrados minuciosamente.Tres carros de combate y varios vehículos acorazados completan una seguridad obsesiva.

Las plantas séptima y undécima, ocupadas por los estadounidenses, disponen de policía privada. "Toda esta seguridad", inexistente hasta hace pocas semanas, "no es por nosotros, sólo somos escudos humanos", asegura un periodista tras pasar el control. Las calles próximas están cortadas. La autoridad de ocupación, instalada en las proximidades del Palacio de la República de Sadam Husein, es un fortín aún mayor. Más que capital de un país liberado, Bagdad parece una zona de guerra.

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