El frenazo económico y la incertidumbre política impiden el despegue de México
La apertura del sector eléctrico y la reforma fiscal dividen al Gobierno y al PRI
Postergada la revolución productiva entre quienes aún la esperan a dos velas, el Gobierno de México sudará para mantener el paternalismo de Estado vigente hace decenios, porque el PIB crecerá este año sólo un punto y medio, la mitad de lo previsto. El presupuesto puede caer en 7.500 millones de dólares de no aprobar el Congreso las reformas fiscal, eléctrica y laboral, según fuentes oficiales. La creación de empleo y la reducción de la pobreza, que castiga a más de la mitad de los cien millones de mexicanos, es improbable. Paralelamente, algunos invocan el principio de la incertidumbre de la mecánica cuántica al referirse a la situación de la política nacional.
Siendo estables las cuentas macroeconómicas, la recaudación es raquítica para un país de la envergadura de México, en torno al 11,5% del PIB, entre las más bajas de los países occidentales, mientras el paro y las pugnas partidistas evolucionan al alza. Los apremios del presidente Vicente Fox a los legisladores se demuestran poco eficaces porque la conciliación sobre los grandes temas de la transición no acaba de forjarse entre los partidos. "Las reformas no se pueden ni se deben aplazar", reiteró el gobernante a los titulares de las 42 comisiones de la Cámara de Diputados, en la que la mayoría relativa del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) es determinante.
Para lograr cambios constitucionales, el partido que fue régimen durante siete decenios deberá apaciguar sus filas, y el presidente y el oficialista Partido Acción Nacional, facilitar los consensos. Las diferencias en el Gabinete no se han solventado con liderazgo y causaron retrasos en acciones de Gobierno.La reforma eléctrica y la Convención Nacional Hacendaria, promovidas para abordar la reforma tributaria, son asuntos sobre los que existen discrepancias dentro del oficialismo y la oposición.
La dirección del PRI coincide con el Ejecutivo en la apertura a la inversión privada del sector eléctrico, que reclama 50.000 millones de dólares este decenio, pero no doblega a los duros del partido, que rechazan concesiones. A la espera de pactos, el secretario de Hacienda, Francisco Gil, admite la lentitud de la recuperación, aunque se han preservado las variables financieras: "Así se evita el crecimiento inconveniente de la deuda".
La deuda externa total -del Gobierno, empresas y bancos privados- ronda los 160.000 millones de dólares, equivalentes al 25,9% del PIB, según datos oficiales. Entre los años 1990 y 2002, el Gobierno destinó 81.905 millones de dólares a la servidumbre de la deuda pública externa. El PIB mexicano, que había crecido siete puntos en 2000, cayó hasta el 0,3% al siguiente y un 0,9% en 2002. El Ejecutivo prevé un aumento del 3% durante 2004, pero puede repetirse la historia y quedar en la mitad. "No creo que nadie esté contento con una economía que crece lentamente, con empresas que no invierten y empleos que no se crean", lamentó Gil. Y la resignación puede trocarse en ira. Pablo Gómez, jefe de los diputados del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, declaró al diario Milenio: "El secretario es un señor de escritorio al que le vale madres [no le importa nada] el país".
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