Aicha vuelve a sus estudios
La joven saharaui, retenida dos años en Tinduf por sus padres biológicos, empieza la carrera en Ponferrada
Aicha Embarek asistió ayer en Ponferrada (León) a la primera clase de Topografía. Llegó en autobús al campus de El Bierzo desde El Espino, a 25 kilómetros, una hora antes que el profesor de informática, y esperó en el pasillo con otros 20 jóvenes a que abrieran el aula. Esta saharaui de 21 años había soñado muchas noches, retenida por sus padres biológicos dos largos años en el desierto de Tinduf (Argelia), con el momento de sentarse con sus compañeros universitarios. Ayer su deseo fue realidad. "Pensé que nunca iba a volver a estudiar, que no iba a volver...", decía ayer.
El pasado 16 de agosto aterrizó en Barajas después de pasar dos años en el desierto obligada por sus padres biológicos a cuidar de sus cinco hermanos y de su madre. Antes había estado ocho años en El Espino con sus padres adoptivos, Javier Barrios y Julia Taladrid, y quiso entonces compartir con su familia biológica la alegría de haber logrado una beca para estudiar Ingeniería Agroalimentaria.
Pero en África, al verse atrapada entre dos mundos, a Aicha sólo le cabía soñar y esperar. En un pequeño diario escribía sus deseos. De día, recogía agua y atendía a los enfermos. De noche, lloraba impotente. Intentó sin éxito escapar de los campamentos, suplicó su libertad, pensó hasta en casarse. En España, el Senado intervino y sus padres adoptivos lucharon sin tregua para que volviera; todo fue inútil hasta hace apenas dos meses, cuando la coyuntura política lo aconsejó.
"Más vale tarde que nunca. Estoy tan ilusionada, llevaba tanto tiempo inactiva sin nada en qué ocuparme, sin un horario, que ahora me comen los nervios", decía ayer Aicha.
A su vuelta a España pensó estudiar Odontología, luego Empresariales, pero ha preferido estar más cerca de las dos personas que lucharon para que fuera libre. "He visto en ellos la generosidad y la bondad. No cabe más cariño", cuenta de sus padres adoptivos.
En sus planes está ayudar a su pueblo, el saharaui. "Aún no conozco la vida universitaria, pero todos me han parecido maravillosos", decía ayer. "Creo que me va a ir bien, y si luego allí alguien me necesita, allí estaré, pero por mi voluntad".

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