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Reportaje:

Ni más tiempo para dormir ni libre de atascos

La R-2 (Guadalajara-Madrid) sólo ahorró ayer 13 minutos a un conductor respecto a otro que circuló por la carretera de Barcelona

La nueva autopista de peaje R-2 (Guadalajara-Madrid), inaugurada el lunes pasado por José María Aznar, no ahorró ayer tanto tiempo a los conductores como prometía la publicidad del Ministerio de Fomento. Ni cuarenta minutos más para dormir, ni liberación de los atascos. O, por lo menos, la radial no fue ayer precisamente una vía muy rápida para los conductores que desde Guadalajara tuvieron que desplazarse al centro de Madrid. Además, muchos conductores protestaron porque el telepeaje en algunos momentos no funcionó.

Este periódico comprobó ayer que la R-2 sólo ahorra unos 13 minutos a un conductor respecto a otro que haga el mismo recorrido por la carretera de Barcelona (N-II), el trazado habitual para realizar el trayecto Guadalajara-Madrid. Trece minutos a cambio de 3,75 euros de peaje. Dos conductores salieron a la misma hora (7.35) de la plaza del Ayuntamiento de Guadalajara y mantuvieron durante el trayecto una velocidad similar (120 kilómetros hora en los tramos sin tráfico).

Algunos automovilistas protestaron porque el sistema de pago no funcionó bien
La nueva radial enlaza con el kilómetro 18 de la N-II, en pleno atasco a hora punta

El conductor que iba por la carretera de Barcelona se encontró con un monumental atasco en el kilómetro 20. Hasta el kilómetro 14 no empezó a circular con fluidez. El que iba por la R-2 circuló sin apenas tráfico hasta que la radial desembocó en la N-II, a la altura de San Fernando de Henares, de camino al centro de Madrid. La única opción que tenía para, por ejemplo, ir a la calle de María de Molina o al paseo de la Castellana era enlazar desde la autopista de peaje con el kilómetro 18 de la carretera de Barcelona (N-II). Es decir, meterse de lleno y en hora punta en el pleno atasco de una de las carreteras más congestionadas de la región.

Además, el automovilista que cogió la R-2 desde Guadalajara se encontró con otro problema: la falta de señalización para coger la nueva autopista de peaje desde la ciudad castellano-manchega. Muy pocos de sus vecinos sabían ayer dónde coger la radial y cómo salir de Guadalajara para dirigirse a ella, lo que se convierte en un problema para el forastero que, alojado en algún hotel de la ciudad, desee dirigirse a la capital.

7.45 de la mañana. Las luces de neón de los hoteles y de las gasolineras iluminan la carretera de Barcelona. Aún no ha amanecido. La circulación es fluida, aunque los camiones empiezan a adueñarse del asfalto y del carril derecho de la vía. Un cartel rojo con estrellas blancas anuncia, en el kilómetro 38, la entrada a la Comunidad de Madrid. Debajo de la palabra "Madrid" alguien, con letras negras, ha plasmado su reivindicación de Castilla independiente.

A las ocho menos cinco comienza a amanecer y poco después el conductor que circula por la carretera de Barcelona encuentra el primer cartel luminoso que le anuncia "retenciones a partir del kilómetro 20", con una señal en naranja fosforescente que le advierte de la obligación de guardar una distancia de seguridad con el coche de delante. A la altura de Mejorada del Campo (kilómetro 25) la circulación todavía es fluida.

Al conductor que circula por la R-2 no le es fácil encontrar la radial desde el centro de Guadalajara, pero cuando al fin lo logra puede disfrutar circulando por una amplia autopista de dos carriles, perfectamente asfaltada y acondicionada y sin que ningún coche se cruce en su camino. Circulando a 120 kilómetros por hora sentido Madrid, el conductor sólo debe adelantar a un vehículo que circula en la misma dirección durante los primeros 25 kilómetros. Contar los vehículos que circulan en sentido contrario tampoco requieren mucha paciencia: sólo 37, entre ellos un camión cisterna y un autobús vacío, en 25 kilómetros. Recorrerlos toma unos 13 minutos.

Al llegar al kilómetro 24, sin embargo, un hecho que ocurre en la calzada sentido Guadalajara sorprende al conductor que va por la radial: decenas de coches están detenidos en el carril derecho, haciendo cola para abandonar la autopista por su salida hacia Alcalá de Henares. Sorprende el contraste de la caravana de coches con el enorme vacío de las calzadas que la rodean.

Si ayer, primera mañana de pleno funcionamiento para la R-2, pudieron verse las primeras caravanas, es de prever que la salida a Alcalá de la R-2 será uno de los puntos más odiados por los conductores cuando la nueva vía atraiga un tráfico mucho más intenso que ayer.

Kilómetro 20 de la N-II, Torrejón de Ardoz. Coches parados y luces de emergencia encendidas para avisar al que viene detrás. Caras de sueño. Un obrero metido en una furgoneta junto a otros seis compañeros apoya la mejilla contra el cristal del coche para intentar dormir unos minutos. El primer día de la R-2 no ha liberado de atasco a la vieja carretera de Barcelona, que sigue siendo el mismo embudo de todos los días.

Empieza a amanecer y los conductores apagan las luces de los faros. La contaminación dibuja una nube marrón de fondo. Nadie se mueve. En un cuarto de hora, los vehículos avanzan dos kilómetros: del 20 al 18. Apenas da tiempo a meter la segunda marcha cuando el coche se vuelve a detener.

De lejos, los aviones aterrizan en el aeropuerto de Barajas. El puente de San Fernando de Henares es el peor punto. Y así, hasta el kilómetro 14, donde poco a poco los coches se empiezan a mover. La dicha dura poco: en el kilómetro 7 hay de nuevo atasco y un cartel luminoso anuncia que hay retenciones hasta la salida de la calle de Arturo Soria.

A las 8.05, sólo 20 minutos después de incorporarse a la R-2 en Guadalajara, el conductor que por ella circula alcanza el peaje. Algún coche despistado echa marcha atrás porque se ha equivocado de cabina. La novedad, el mecanismo que permite cruzar la zona de pago sin detener el coche, funciona aparentemente bien a primera hora de la mañana.

Luego, a lo largo de la tarde, fueron varios los usuarios que llamaron a los medios de comunicación para denunciar cierto "caos" y "problemas técnicos" que impiden a los coches cruzar la barrera. Algunos se ellos se quejan de que "no funciona" el aparato de telepeaje (un artilugio adosado al parabrisas que, al ser detectado electrónicamente, permite el pago sin obligar al conductor a detenerse ante el puesto de control. Fuentes de la concesionaria señalaron ayer que "posiblemente" los problemas se debieran al "desconocimiento de los conductores sobre el funcionamiento del telepeaje".

A última hora de la tarde y por la noche, según la empresa, el tráfico era "fluido" y se circulaba por los peajes sin ninguna incidencia. "Es lógico que se hayan producido algunos problemas al principio porque los conductores en Madrid no están acostumbrados a pagar peaje para circular por una autopista", señalaron las citadas fuentes.

Una vez cruzado el peaje, el conductor que viene de Guadalajara debe optar por coger la M-50 sentido norte o sentido sur. Esta última elección le permitirá dirigirse también hacia el recinto de Ifema, el aeropuerto de Barajas o el centro de Madrid capital. Si esto último es lo elegido, el conductor que acaba de pagar 3,75 euros por circular casi sin compañía durante 40 kilómetros, se topa con una desagradable sorpresa: la R-2 desemboca en el kilómetro 18 de la N-II. Y allí el atasco es monumental.

A las 8.42, una hora y siete minutos después de salir del Ayuntamiento de Guadalajara, el conductor que ha circulado por la autopista de peaje alcanza al fin el intercambiador de la avenida de América, punto final de la ruta. Trece minutos después lo hace el vehículo que ha transitado por la carretera de Barcelona, o N-II.

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