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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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Europa, ciencia y unidad

Los nuevos adelantos en la ciencia y en la política científica europea sugieren la formación de un nuevo panorama, uno en el cual los científicos se mueven con la misma libertad en el interior de Europa que entre Massachusetts y California en Estados Unidos. Las grandes tradiciones científicas de Europa han tenido una fuerte identidad nacional; uno identifica naturalmente a Pasteur como francés, a Newton como británico, a Pauli como alemán. Pero en el movimiento hacia una Europa económicamente unificada, tenía que perderse algo de la soberanía nacional para servir a una visión más comunitaria. Ese mismo tipo de evolución está sucediendo ahora en la ciencia, conforme se va formando un poderoso movimiento hacia una empresa de investigación europea unida.

Aunque la actividad científica traspasa las fronteras nacionales, la política científica no
Es necesaria la cooperación internacional para ayudar a resolver el problema de la fuga de cerebros

En un artículo reciente en Le Monde, varios ganadores del Premio Nobel, entre ellos el biólogo francés François Jacob, el bioquímico sueco Bengt Samuelsson, el bioquímico británico Aaron Klug y la bióloga italiana del desarrollo Rita Levi Montalcini, pidieron una reestructuración masiva que duplicaría el apoyo para la ciencia con un énfasis renovado en la investigación básica, y en la fundación de centros de excelencia que serían regionales en lugar de nacionales. Poco después, la Comisión Europea emitió un comunicado de prensa indicando que los países europeos producen en conjunto más científicos proporcionalmente que Estados Unidos, pero que los científicos constituyen una proporción mucho más pequeña de la población de trabajadores. Mencionando este problema para retener a los científicos, la Comisión Europea apoyaba un incremento en las inversiones para investigación en la Unión Europea (véase el artículo de Papon, Science 1 de agosto de 2003) y exhortaba a la cooperación de los europeos para detener la fuga de cerebros.

Este crecimiento de colaboración científica en Europa es fomentada por el Sexto Programa de Marco de Investigación, el cual proporciona un mecanismo de financiación para apoyar el trabajo a través de la Unión Europea. La tendencia hacia la desnacionalización científica se manifestará aún más en un acontecimiento científico de toda Europa completamente nuevo, que se llevará a cabo en Estocolmo dentro de un año. EuroScience 2004 es un plan ambicioso, similar a la Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Esperamos una buena respuesta.

Todo esto brinda buenas noticias, pero hay tres áreas en las que es necesario trabajar más. La política científica debe seguir a la ciencia a lo largo de su trayectoria transnacional; es necesaria la cooperación internacional para ayudar a resolver el problema de la fuga de cerebros; y el desarrollo adicional de una entidad europea de investigación deberá incluir la reestructuración de las prioridades.

La regionalización del trabajo científico es una cosa; pero la política científica regional podría ser una meta más difícil de alcanzar. El conocimiento necesario para sugerir una política regional debe provenir de los científicos de todos los países involucrados y los centros regionales de excelencia podrían ofrecer una estructura en la cual los asuntos de política puedan explorarse regionalmente. El dilema que se presenta aquí es claro: aunque la actividad científica se lleva a cabo cada vez más sin fronteras nacionales (la movilidad de cerebros ahora es la regla en Europa), la política científica sigue llevándose a cabo por los países. Construir una integración concienzuda de la política científica en la Unión Europea con respecto a los temas generales (como el equilibrio deseado entre los proyectos de investigación básica e investigación aplicada) y los temas más especializados (como las células madre) es una tarea digna del mejor esfuerzo de sus dirigentes científicos.

Estados Unidos no sólo necesita acoger el desarrollo de una unión científica europea, sino que también debería tomar medidas para tratar de satisfacer las necesidades a largo plazo. El problema de la fuga de cerebros no es nuevo; recibió mucha atención en la década de los años sesenta pero dejó de destacarse conforme crecieron los gastos de investigación europea y sus laboratorios se fortalecieron. Las instituciones estadounidenses bien podrían limitar, cuando menos durante un tiempo, la tentación de realizar redadas en el extranjero para ocupar puestos permanentes. El aumento en el intercambio científico internacional en todas direcciones fomenta, en lugar de inhibir, la distribución equitativa de talento, y deberían delinearse las políticas científicas y de inmigración estadounidenses de manera que facilitaran el movimiento de científicos licenciados y doctores en ambos sentidos. Ahora no lo están haciendo; la situación cada vez más difícil respecto a los visados y las diferencias políticas ampliamente publicadas entre Estados Unidos y Europa están impidiendo el intercambio científico.

Sin embargo, algunos asuntos pendientes, requerirán una solución europea. Es pública una amplia insatisfacción con la división, en los programas marco de investigación, entre la investigación básica y la aplicada; se desea más de la primera y menos de la última. Las conversaciones futuras acerca de la formación de un Consejo Europeo de Investigación, las cuales se han iniciado por este tipo de insatisfacciones, deben acompañarse de un examen cuidadoso de la estructura de esta cartera de investigación.

Donald Kennedy es director de la revista Science, editada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Más información en Internet: www.scienceonline.org y www.aaas.org.

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