_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin novedad en el frente

Cuando todos los trenes y todas las pistas de aterrizaje pasaban por Estella y por Lizarra se constituyó un pacto e incluso hubo una firma detrás de cierto documento de ETA, pero, ¿acaso aquello era un frente? No, por Dios, aquello era la unión natural de los vascos. Ser vasco implica unirse en lo vasco y para lo vasco según el orden natural de las cosas. En cambio, en cuanto PP y PSE diseñaron en nombre de la Constitución una estrategia conjunta contra el pacto de Lizarra y quisieron desbancar en las urnas a PNV y EA, el grito nacionalista fue unánime: ¡estaban constituyendo un frente! Qué horror, hasta el pobre Medem se sintió escandalizado.

Luego, el término cayó en desuso, sirviendo todo lo más para chistes que los nacionalistas se contaban sobre las bajas presiones, las bajas pasiones y los chichones que se llevaban en la frente los frentistas. Ahora, en cambio, parece haber recuperado prestigio. ¿Cómo llamar si no a la entente entre vascos sin utilizar la palabra pacto que tan nefastos y estellescos recuerdos podría levantar? Así, el Jefe de la meteorología vasca ha sentenciado que hay que construir un frente nacionalista. Y sus palabras han llovido sobre su propia cuadra que aboga por un Consejo de Partidos que impulse la construcción nacional. EA, por su parte, intenta ampliar hacia Aralar la coalición que mantiene con el PNV, en claro intento de tentar a Batasuna. La única que no se ha enterado de nada es la Zenarruzabeitia, que sigue acusando a PP y PSOE de reeditar un frente como si eso fuera malo; pero, ¿cuándo le han salido a la pobre las cuentas?

Andando el tiempo, pues, las aguas han vuelto a donde estuvieron. Mejor dicho, ya están rotas. Otegi podrá presumir de haber inseminado artificialmente al PNV con su proyecto estratégico abertzale: construcción nacional y territorialidad, pero también independencia, para un lugar que ya no se llama Euskadi sino Euskal Herria. Sí, Otegi incluso podrá enorgullecerse de haber puesto nombre y apellidos al engendro, pero ahí se acaba todo. El PNV les ha robado el proyecto y la cartera, haciéndose con el timón al amparo, todo hay que decirlo, de una ETA sumamente debilitada -no por el PNV, que se aprovecha de ello sin contribuir en nada a su erradicación, porque de lo contrario se indispondría con los batasunos y, lo que es peor, se quedaría sin el visualizador del Contencioso-, sino por el malvado frente constitucionalista.

¿Todo esto dónde deja a Batasuna? En la peor de las tesituras. Primero, porque el "puño de hierro" con el que cree contar lleva visos de convertirse en chatarra en muy poco tiempo y sin él se queda sin argumentos. ¿Cómo va a presionar si carece de la fuerza suficiente para hacerlo? Por otra parte, no está en condiciones de ofrecer una buena vida a nadie, porque se ha quedado sin las redes que había tejido en torno al poder visible -representación en ayuntamientos, etc.- e invisible -redes de extorsión, blanqueo de dinero, etc- y, lo que no contribuye a mejorar las cosas, tiene que hacer frente a un montón de cesantes a los que exigió mucho y no puede devolver casi nada. La única alternativa que le queda es reciclarse, pero también ahí lo tiene crudo.

Si quiere regresar a la legalidad tendrá que romper con el pasado, porque la ley le desmantela cada vez más rápido los simulacros. Pero si rompe con ETA tal y como ha roto Aralar, se quedará sin los más empecinados, que también suman lo suyo, y, lo que es peor, a merced del PNV, que le fagocitará para sus frentes y coaliciones electorales sin que pueda oponer otra firmeza que la que le dé su peso en votos. Pero si se aferra al continuismo desaparecerá por erosión de unas bases cada vez más cansadas y posibilistas, mientras el núcleo duro se va al basurero de la Historia junto con su brazo armado. No es de extrañar que se lo estén pensando, ya que ninguna de las dos alternativas se compadece con lo que creían ser. Aún les cabe seguir actuando de Coco mientras progresa el plan del lehendakari, pero dejar correr el tiempo sin tomar ninguna decisión será como tomar cualquiera de las otras dos. Una ruina. Por lo demás, el frente sigue sin novedades. ¿O era la frente?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_