Davis usa como arma electoral las acusaciones de mujeres contra Schwarzenegger por acoso
El actor responde al actual gobernador demócrata y califica de "vomitiva" la campaña
La recta final de las elecciones para destituir al gobernador de California y nombrar a su sustituto se ha vuelto una feroz escalada en la que los dos grandes rivales -Gray Davis, el actual gobernador, y Arnold Schwarzenegger, la celebridad que quiere ocupar su puesto- recurren a todo para arañar votos. "Si las acusaciones [sobre su conducta con algunas mujeres y sus veleidades con el nazismo] son ciertas, serían un delito que habría que investigar", amenaza Davis. "Es una campaña vomitiva", responde el actor, que acusa a la prensa de alinearse con Davis y que anuncia que es "un Arnold diferente".
Lo que hasta hace cuatro días se presentaba como un referéndum sobre el fracaso de Davis para resolver la crisis económica de California está dejando paso, en paralelo, a otro referéndum en el que se trata de cuestionar si al frente de California -la quinta economía del mundo y un Estado de referencia para EE UU- debe estar un hombre del espectáculo que no responde a las preguntas sobre cómo abordar los problemas y con un pasado de comportamiento más que inquietante.
Hasta 15 mujeres -10 con nombre y apellido, cinco de forma anónima- han acusado en los últimos días al actor de comportamientos impropios. Él lo ha reconocido de manera muy general y ha pedido perdón, y sus seguidores se muestran predispuestos a ello. En la ofensiva final en la que ha cruzado el Estado de sur a norte, con la apoteosis de ayer en la capital, Sacramento, Schwarzenegger se ha rodeado de mujeres para afianzar la imagen de la renovación. El papel más destacado corre a cargo de su esposa, Maria Shriver: "Lo conozco desde hace 26 años, llevo 17 casada con él y es un padre excelente, un marido admirable y un extraordinario ser humano. Tiene carácter y temperamento para gobernar y es un líder".
Los demócratas, que ven que se les escapa su bastión de California, tratan de explotar las acusaciones, las nuevas y las antiguas. El congresista Brad Sherman no cree que los millones que Schwarzenegger ha donado a instituciones que luchan contra el antisemitismo justifiquen que se olviden sus supuestas opiniones de juventud sobre Hitler: "Si Mike Tyson hubiera dado mucho dinero a un centro de atención a mujeres violadas, eso no le haría un mejor candidato a gobernador". Pero Georges Butler, el hombre de cuyo libro no publicado se reprodujeron las citas sobre Hitler, declaró ayer que estaban sacadas de contexto y que nunca oyó a Schwarzenegger elogiar al dictador nazi. Y el propio actor dijo ayer a ABC: "Son trucos de campaña, de campaña sucia. Porque no es verdad la mayoría de lo que se dice. Por ejemplo, he condenado todo lo que Hitler hizo". En cuanto a sus excesos con mujeres, el actor no puede "recordar lo que pasó hace 20, hace 15 años, pero algunas de las cosas sí son cosas que yo hacía, y por eso lo he reconocido y he pedido perdón. Pero nunca nadie me dijo 'no me hagas esto' o 'te has pasado, Arnold".
Su mujer, sobrina de John y Robert Kennedy, pone toda la carne en el asador -y es importante para el voto femenino- y Schwarzenegger echa el resto: la gran imagen de ayer fue la del hombre que se considera ya gobernador avanzando al frente de una multitud para cerrar la campaña en las escalinatas del Capitolio de Sacramento, la capital de los políticos que él quiere "limpiar". Pero, ¿qué efecto pueden tener las acusaciones en el electorado? ¿Es posible que hagan dudar mañana a los que prefieren el riesgo que él supone a la certeza de la mediocridad de Davis?
Por lo pronto, a la ofensiva sin cuartel de los demócratas para no permitir que California tenga a Schwarzenegger como gobernador hay que sumar los ataques de los otros candidatos, de los que nadie habla ya. Según el ecologista Peter Camejo, Schwarzenegger se beneficia de su estatus: "Si fuera negro, estaría en la cárcel. Si fuera moreno, estaría en la cárcel. Si fuera un blanco pobre, estaría en la cárcel". Sin discutir estas afirmaciones, para muchos la fuerza de Schwarzenegger está en que representa la oportunidad de castigar a los políticos tradicionales y de arriesgarse, aunque sea con alternativas tan extremas como ésta.
Según los sondeos, los que quieren el cambio en Sacramento (es decir, que se vaya Davis), estarían en el 54% contra el 41%. Apoyan a Schwarzenegger entre el 35% y el 36%, y al demócrata Cruz Bustamante, entre el 27% y el 29%.
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