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EL FUTURO DE EUROPA

Francia y Alemania endurecen su posición

París y Berlín amenazan con consecuencias en el reparto de fondos si se bloquea la Constitución

Carlos Yárnoz

Europa inició ayer en Roma el camino para pactar una Constitución para 450 millones de ciudadanos. Los líderes de los Veinticinco (los Quince más los 10 candidatos) declararon abierta la Conferencia Intergubernamental (CIG) encargada de revisar el proyecto constitucional presentado por la Convención. Las divisiones por el reparto de poder fueron patentes. Berlín y París, los máximos defensores del proyecto, amenazaron a España y Polonia, sus dos mayores detractores, con consecuencias en la próxima distribución de fondos europeos si no ceden. Por si acaso, el español José María Aznar y el polaco Leszek Miller se declararon abiertos al diálogo.

El presidente francés, Jacques Chirac, fue el más explícito al ser preguntado si él relacionaba la exigencia de algún país de cambiar partes sustanciales del proyecto con la próxima negociación de las perspectivas financieras de la UE que entrarán en vigor en 2007. "Claro que hay una conexión". El canciller alemán, Gerhard Schröder, contestó así a la misma pregunta: "Todo es un paquete único".

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El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, ya había dicho algo similar el mes pasado. Como fiel aliado del eje franco-alemán, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, señaló que los países que ahora hagan perder el tiempo a los demás "quizás necesiten ese tiempo" cuando se negocien las perspectivas. Verhofstadt calificaba ayer a Polonia y España de "vendedores de alfombras" en una entrevista en La Libre Belgique.

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Y es que España y Polonia son los que más se van a jugar en esa negociación para repartir los fondos europeos. España, hoy el más beneficiado, se lleva 8.000 millones de euros anuales, pero la entrada en la UE de países más pobres le hará perder gran parte del pastel y busca fórmulas para paliar el golpe. Polonia, el más grande de la ampliación (39 millones de habitantes), será el que más ayudas se lleve en el futuro, pero también tienen que ser pactadas antes.

Los avisos de Chirac y Schröder ante los periodistas ya habían sido precedidos de serias advertencias en sus intervenciones durante la reunión de líderes. Los dos aclararon que no admitirán profundos cambios en el proyecto constitucional. "Intentarlo con uno u otro aspecto supone inevitablemente abrir la caja de Pandora y, por tanto, arriesgarse a un fracaso de la CIG de graves consecuencias", advirtió Chirac. Esas últimas palabras las añadió a última hora a su discurso, un detalle más sobre las advertencias-amenazas que quería lanzar hacia España y Polonia. "Alemania no quiere abrir el proyecto constitucional otra vez", dijo Schröder. "Es necesario clarificar o precisar, pero no destruir", señaló Chirac.

También el primer ministro italiano y actual presidente de la Unión, Silvio Berlusconi, comentó que todo el mundo puede defender sus "intereses y valores vitales", pero que "una visión exasperadamente particularista del propio interés" acabará siendo "un obstáculo igualmente insuperable" para la primera Constitución Europea. "Entiendo a Polonia y España, pero el interés europeo nunca ha sido la suma de los intereses de cada cual", señaló. Su ministro de Exteriores, Franco Frattini, declaró que quien impida el consenso asumirá "su responsabilidad, una alta responsabilidad".

Bajo estas premisas, los líderes de las mayores potencias de la UE, con la única excepción del británico Tony Blair, tan prudente que ni se presentó a su anunciada rueda de prensa, coincidieron en señalar que "quien quiera cambiar algo debe ofrecer una fórmula alternativa que logre el consenso", en palabras de Schröder. Es decir, el que quiera modificaciones profundas debe explicarlas y decir con qué apoyos cuenta. Polonia y España exigen el cambio más fundamental del proyecto: eliminar todos los artículos relativos al nuevo reparto de poder y mantener vigente el Tratado de Niza en ese campo.

La cita de ayer ya había sido precedida por amenazas y advertencias similares, así que tanto el presidente español, José María Aznar, como el primer ministro polaco, Leszek Miller, optaron por tender la mano. Los dos hablaron en Roma de "diálogo", pero manteniendo aún las espadas en alto. En sus intervenciones gemelas, Miller y Aznar exigieron que se respete Niza.

En la cita de ayer, la mayoría de los países pequeños y de los candidatos aprovecharon la ocasión para reclamar de nuevo que en el futuro haya un comisario por cada país. Son mayoría, aunque ninguno de los grandes se mostró comprensivo con ellos. España y Polonia sí sumaron algún apoyo, pero no a su principal pretensión de mantener el sistema de voto en el Consejo pactado en Niza, sino a su pretensión de que el preámbulo de la Constitución recoja una referencia a "los valores cristianos" en el origen de Europa. El canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, dijo que le parecía bien, y el alemán Schröder aseguró "no tener nada en contra". Chirac lo tiene porque, como dijo, la laica Francia no quiere que haya "una religión privilegiada".

Entretanto, las modificaciones leves ya están en marcha. Los ministros de Exteriores, también presentes en Roma, acordaron elaborar un completo listado con las sugerencias de cada cual y, tras su primera reunión de trabajo de ayer, la presidencia italiana informó de que, a mediados de mes, presentará artículos alternativos a los relativos al nuevo Consejo Legislativo, el número de Consejos de Ministros que habrá y cómo se formarán los equipos de tres o cuatro países que dirigirán cada uno de esos consejos.

Entre la solemnidad y la discrepancia, la cita de ayer sólo pudo concluir con una insulsa declaración final en la que los Veinticinco dicen que la adopción del futuro Tratado Constitucional será "un paso vital" para Europa. Pero tendrán que darlo los Veinticinco a la vez.

José María Aznar y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ayer en Roma junto al viceprimer ministro italiano, Gianfranco Fini (izquierda).
José María Aznar y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ayer en Roma junto al viceprimer ministro italiano, Gianfranco Fini (izquierda).REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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