Continúan los asesinatos en Ciudad Juárez
Durante el último decenio, 375 jóvenes incautas o desprotegidas, pobres todas, algunas casi niñas, fueron asesinadas en la fronteriza y alborotada Ciudad Juárez, a la que esta semana llegaron seis especialistas de la ONU para escrutar los expedientes y restos de 91 víctimas y las averiguaciones judiciales. El último cadáver fue localizado por un campesino, el pasado 2 de septiembre, en el ribazo de un camino. Los otros aparecieron en zonas desérticas, entre cactus y guijarros. El presidente mexicano, Vicente Fox, despachó 300 agentes federales a esa ciudad y creó un comisionado especial para ayudar en el esclarecimiento de los crímenes, la mayoría impunes. Pueden haber sido cometidos por borrachos, enfermos mentales, canallas de diversa condición, asesinos en serie, comerciantes de pornografía snuff, narcos o mafias del tráfico de órganos.
Alfredo Lima, miembro de Red de No Violencia: "No han tomado las medidas suficientes para terminar con estos crímenes y contra la violencia de género"
Como medidas preventivas aplicadas se ha puesto en funcionamiento autobuses de transporte urbano exclusivos para mujeres, pintados de color rosa
Hasta las tesis aparentemente más disparatadas son indagadas, dicen algunos funcionarios por decir algo. A la espera de que alguna sea la buena y el misterio quede resuelto, las medidas preventivas aplicadas son muchas: desde una mayor iluminación de los barrios periféricos o la contratación de investigadores extranjeros hasta la entrada en funcionamiento de autobuses de transporte urbano exclusivos para mujeres, de color rosa. Cerca de 150.000 chicas, procedentes muchas de diferentes Estados de México, trabajan en las decenas de cadenas de montaje de la línea divisoria con Estados Unidos, y buena parte terminan de madrugada su jornada laboral. Regresan en solitario a los lúgubres arrabales donde viven y algunas caen como fruta madura. Todas fueron secuestradas, el 61% tenía entre 13 y 27 años y el 70% murió por estrangulamiento.
Peritos internacionales
Fuertemente escoltados, los peritos de la ONU comenzaron sus entrevistas con funcionarios judiciales y de los cuerpos de seguridad del Estado de Chihuahua y acudieron al Cerro del Cristo Negro y al campo algodonero de la Zona Dorada, en Ciudad Juárez, donde fueron hallados 14 cuerpos entre los años 2001 y 2003. El grupo de la Comisión de Prevención del Delito y Combate contra el Narcotráfico de las Naciones Unidas está integrado por dos españoles, un italiano, un agente del FBI y otros dos peritos. El forense especializado en reconstrucción de rostros Frank Bender, norteamericano, fue contratado para identificar 19 osamentas.
La presión de los familiares de las víctimas y de Organizaciones No Gubernamentales activó las pesquisas y las facilidades dadas por el Gobierno de Vicente Fox al escrutinio internacional. Los expertos de la ONU, reclamados por México, efectuarán un estudio sobre las muertes "y otorgarán asesoría técnica sobre las medidas técnico-jurídicas, probatorias y periciales", informó la Procuraduría General de la República (PGR) (Fiscalía General), que reduce a 258 los asesinatos y cifra en 108 los no resueltos. Las ONG no están de acuerdo. Según Alfredo Lima, miembro de la Red de no Violencia y Dignidad Humana, se ha recurrido a instancias extranjeras porque las autoridades mexicanas "no han tomado las medidas suficientes para terminar con estos crímenes y contra la violencia de género".
Además de Frank Bender, han sido contratados el alemán Mark Benecke, especialista en exámenes de ADN y entomología forense, y el argentino Raúl Zajacskowki, cuya labor es adiestrar a los equipos de la Fiscalía de Chihuahua en la preservación y análisis de la escena del crimen. Amnistía Internacional acusó a las autoridades locales de negligencia o corrupción, instó al Gobierno federal a intervenir, y calcula que se han cometido 375 asesinatos de mujeres en los últimos 10 años; en 137 cadáveres se observaron mutilaciones y señales de violencia sexual y torturas. La abundancia de mujeres facilita la acción de los canallas. Casi la mitad de los hogares en Ciudad Juárez, habitada por 1,2 millones de personas, y situada a 1.500 kilómetros de la capital federal, está encabezado por empleadas de las maquilas: las fábricas de productos manufacturados, de capital extranjero, casi todas norteamericanas y japonesas.
Juárez, vecina de El Paso (Tejas) sufre el estigma de los capos asociados con autoridades corruptas; de la jungla de garitos y burdeles, donde abrevan norteamericanos de farra, muchos soldados de una base próxima. Miles de mexicanos y centroamericanos aguardan allí la oportunidad de entrar ilegalmente en Estados Unidos. Los asesinatos, entretanto, continúan, y algunos analistas apuntan hacia los narcotraficantes: algunas de las víctimas serían chicas desesperadas, sin trabajo, que aceptaron ser mulas para transportar droga hacia Estados Unidos y quedaron inservibles o fueron castigadas. Aunque las mujeres más precavidas se recogen temprano, las temerarias todavía se aventuran por la noche.
"La dolorosa tragedia de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez es un gran reto para todos los niveles de gobierno", admitió el presidente, el pasado mes, en su tercera rendición de cuentas. El desafío dista de haberse superado. El egipcio Abdel Latif Sharif Sharif cumple 20 años de prisión por el asesinato de una adolescente, en 1995, a la que habría violado mientras la estrangulaba. Quisieron endosarle 18 más. Este corresponsal lo entrevistó en la cárcel hace tres años y negó ser el monstruo descrito por la policía, la mente perversa que ordenaba asesinar desde la prisión para demostrar su inocencia. "Soy un chivo expiatorio", insistió. Un total de 18 personas han sido detenidas hasta ahora: cinco fueron liberadas por falta de pruebas, una murió y el resto espera juicio. El despliegue policial aumentó notablemente "para disuadir los delitos contra la propiedad, los asesinatos, el narcotráfico y los secuestros", de acuerdo con Manuel Esparza, coordinador del grupo encargado de desentrañar el macabro rompecabezas.
Mujer, adolescente y pobre
LA GRAN MAYORÍA de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez compartía características: eran jóvenes, delgadas, piel morena y cabello largo, y de familias humildes, según destacan algunos informes. Pero ese perfil físico es mayoritario entre las mujeres de la población fronteriza, y otra parece ser la semejanza fundamental: mujer, adolescente y pobre. La senadora del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), Dulce María Sauri, lamentó que, durante muchos años, las autoridades hayan abordado los crímenes como violencia común del ámbito privado, "sin reconocer la existencia de un patrón persistente de violencia contra la mujer que tiene raíces más profundas basadas en la discriminación".
La brutalidad alertó al representante de la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Anders Kompass, porque la situación rebasó los límites mexicanos para convertirse en preocupación internacional. Ni las autoridades de Chihuahua, ni las federales, parecen poder solas. El informe del próximo 10 de diciembre de Kompass ante la ONU, sobre la situación de los derechos humanos en México, incluirá los asesinatos de Juárez.
Poco podrá hacerse, no obstante, sin una profunda profilaxis en los cuerpos de seguridad. El Gobierno de Fox decidió participar en una cruzada compleja. El criminólogo Raúl Carrancá, analista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostiene que no se progresa porque hay agentes y funcionarios compinchados con los delincuentes, "por lo que todo se oculta y no se siguen pistas fundamentales". Las pesquisas federales creen haber encontrado pruebas de extracción de órganos en 14 cuerpos. Paralelamente, la preocupación alcanzó al Capitolio estadounidense: 32 legisladores de la Cámara de Representantes cursaron una carta, en junio pasado, a Fox pidiéndole que lidere las investigaciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.