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Reportaje:

Club de clubes

La discoteca valenciana Le Club cumple tres años con la mejor música electrónica independiente

No hace tanto, en Valencia, cualquiera que quisiera salir por la noche no podía aspirar más que a ahogarse en pachanga, en salsa, en caña de la dura o en un poco de todo. No había más: ese cualquiera tenía que arrimarse a Barcelona e Ibiza si quería saber qué era eso de house o de techno que mencionaban los que habían viajado por Europa. Algo patético, en un lugar que, durante los ochenta, había sentado las bases de qué era y no era vanguardia en sonidos de discoteca. Pero después, las cosas cambiaron y se comercializaron hasta la médula, y los sonidos electrónicos internacionales que iban más allá de la verbena y del típico chunda-chunda lo tuvieron difícil aquí. Como era previsible, el exceso de oferta ahogó la mayor parte de esa misma oferta, y después de muchos y excesivos avatares, a finales de los noventa hubo posibilidades de conectar con la normalidad internacional.

Fiestas de distinta índole llevadas a cabo por gente acostumbrada a las discotecas, y que, por ello, quería normalizar su banda sonora, relacionaron la Comunidad con sonidos sintéticos de mayor calidad. Uno de los colectivos que nacieron de ese magma fue UHF, una productora hoy especialmente consolidada gracias a su producto estrella: Le Club. Se llama así porque era eso, un club -según el concepto de ahora, una sesión- ubicado en una antiga boîte de los años setenta, La Font. La gracia residía en lo diferente que resultaba la propuesta musical del envoltorio que lo acogía. Jesús Ortega, cabeza visible de UHF, siempre pensó que la apuesta tenía que caminar "hacia lo alternativo, hacia lo último, hacia lo independiente". La Font no era muy grande, y ni el aforo ni el presupuesto podían hacer pensar en masas sudorosas adorando a disc jockey carísimos. Sin embargo, y poco a poco, Le Club se ha convertido en algo más interesante que eso. Ahora ya no es una sesión, es la propia sala. Y las previsiones de Ortega, han llegado a buen puerto.

Porque algunos de los mejores dj independientes del panorama electrónico de dentro y fuera de España se han acercado a la sala. Funk'd'Void, Swag o el hoy estrella del house progresivo 16B han actuado en el club. Aparte, tiene a unos residentes absolutamente envidiables. Fran Campos, Dioni Sánchez y Hal 9000 son disc jockey locales realmente exquisitos. Nacho Marco, el más aclamado de los pinchadiscos valencianos, y el de mayor faceta internacional -tiene galas en Rusia-, también ofrece sets con regularidad. Como sucede en otras latitudes, y como últimamente es precepto de moda, Le Club, desde hace un tiempo, conjuga el house más espasmódico -pista principal- con el pop -segunda pista- y con ritmos más ambientales e introspectivos en un tercer espacio, dentro de lo que era la hamburguersería en la época de gloria de La Font. Este fin de semana, celebra su tercer aniversario con invitados especiales.

Ayer, en la sala 1, Tim Paris, un programador francés especializado en el baile sucio y calentorro. En la sala 2, Sideral, sin duda, la mayor atracción actual de las cabinas españolas que, para la ocasión, ofreció una sesión de pop, cada vez menos habitual en alguien que, por su fama, y por las audiencias que congrega, se ve normalmente empujado a acercarse a estilos más llenapistas como el tecno. En la sesión de hoy, serán los residentes los que conduzcan la noche. Antes, la plantilla de Le Club habrá pasado por el desfile Sun Parade que atravesará Valencia por la tarde, porque, en opinión de UHF, "es lógico que un club electrónico se vincule a un evento como éste que difunde la electrónica". Hace poco, una gran discoteca se inauguró en Valencia con la super estrella del house Erick Morillo. El club Metro de Alicante cierra por reformas para potenciarse. Son, quizás, síntomas de normalización.

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