¿Por qué abrir las fosas del franquismo?
Gracias a la presión de los familiares y al interés de la prensa se está poniendo de manifiesto, con más de 60 años de retraso, la necesidad de investigar, aclarar, exhumar los restos de los miles de desaparecidos durante la guerra civil y la dictadura franquista.
Si bien, no debería ser necesario explicar las razones, apoyadas en el derecho, de los familiares a encontrar y enterrar libremente a sus víctimas, a quienes se les arrebató la vida con la mayor impunidad y alevosía, parece, no obstante, necesario aclarar que es un derecho de los familiares, de los que lo quieran ejercer, naturalmente.
Recientemente hemos leído en la prensa declaraciones de los familiares de García Lorca, así como de la hija de Blas Infante. El hecho de que, en ambos casos, no quieran desenterrar los restos de nuestros dos insignes andaluces fusilados por las hordas franquistas -cuya opinión yo comparto-, no convierte esa decisión en opción universal.
Teniendo conciencia de que la barbarie con que se actuó adoptó muchas formas y requiere, por tanto, distinto tratamiento su reparación moral según los casos, no debemos caer en el maniqueísmo de plantearnos, a nivel general, "apertura de fosas sí o apertura de fosas no". Y si entramos en esa disyuntiva, debemos distinguir entre "fusilados" y "desaparecidos", aunque el resultado, desgraciadamente, fuera el mismo.
En el primer caso de los "fusilados" hay constancia de su muerte en el Registro Civil, la familia lo supo y, generalmente, conoció también la fosa común donde se les enterró. Entre estas familias -yo pertenezco a una de ellas- suele haber menos interés por la exhumación, aunque sí por el reconocimiento social y la recuperación de la memoria.
Respecto a los "desaparecidos" que se llevaron de su casa, también los mataron, pero la familia, en muchos casos, no tiene constancia de esa realidad, ni figuran en el Registro Civil, ni saben el lugar exacto donde están enterrados, aunque les dijeron que los vieron bajarlos de un camión, en la carretera de tal pueblo, y en la cuneta... Luego, a veces, alguien también les contó que los vieron enterrarlos en la fosa común del cementerio del pueblo donde han vivido llorando en silencio...
En este último caso es necesario mitigar el dolor con la tranquilidad de la certeza. Y aunque sea un trabajo arduo y costoso, y lleve mucho tiempo, al menos creo que habría que intentarlo.
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