Basta ya... de pedradas
Julio Medem ha puesto la piel bajo la piedra y un colectivo significativo y significado se la intentan aplastar. Primero fue el señor Michavila, ministro de Justicia, que juzgó la película por referencias de terceros, sin esperar siquiera a que se estrenara. Luego vino la ministra de Cultura, quien, en la más pura ortodoxia intelectual en defensa de la libertad creativa, desaconsejó su proyección, también sin necesidad de visionarla. El pasado domingo, el señor Fabián Rodríguez se dedica a comentar en estas páginas la película, también si verla, a partir de la reflexión vertida por Medem en la ficha del film y de los comentarios de los que dicen que les dijeron los que aseguran que les contaron los que, a su vez, se supone que han visto la película.
En fin, todo esto resulta ya excesivo. Pero no, no es mi intención defender a Julio Medem que entiendo se basta y se sobra para hacerlo por su cuenta. Se trata de defenderme a mí mismo como ciudadano y los que, como yo, sí hemos visto la película y tenemos que aguantar tanta majadería. Porque, efectivamente, hay un continuo mensaje machacón y justiciero de todos estos prohombres de la libertad: o se está conmigo o se está contra mí.
Efectivamente, nos dice el señor Rodríguez que o se es nacionalista o se es constitucionalista. Por cierto, ¿qué quiere decir eso de ser constitucionalista? ¿Lo es el que cree en la necesidad de la existencia de una constitución, o el que sólo debe estar de acuerdo con esta Constitución, inmutable e imperecedera, considerándola algo así como la unidad de destino en lo universal? Pues eso.
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