Carlos Díez explora la simplicidad de las flores
Del mundo extenso y abierto de los paisajes al intimismo y la simplicidad de la flor. Viajero constante por el territorio latinoamericano, donde capta al vuelo desde hace una década rostros, arquitecturas, desbordantes imaginerías o cotidianos objetos, la cámara del fotógrafo madrileño Carlos Díez Polanco (1958) se ha detenido esta vez en las formas sensuales del lilium, planta que ha seducido a otros fotógrafos (Maplethorpe, O'Keefe...).
Entre salto y salto al otro lado del Atlántico por necesidades laborales, Díez se ha regalado el disfrute de captar las líneas florales y jugar con ellas y con las luces en la tranquilidad del estudio. "Es mi primer experimento con bodegones", confiesa tímidamente el autor, quien ha descubierto que hojas, tallos, estambres, pistilos... sorprenden ofreciendo a veces rasgos casi humanos, otras de "inquietantes máscaras venecianas".
Las paredes del restaurante del club financiero Allard, junto a la plaza de España, sirven esta vez como galería para la obra de este fotógrafo, quien mantiene hasta final de este mes otra muestra -con sus imágenes americanas- en un espacio de Lavapiés (Fourquet, en el número 2 de esta calle). El trabajo floral que ahora expone Carlos Díez está concentrado en más de una veintena de imágenes, todas en color. Pero no hace falta ser comensal de Allard para contemplar las fotografías. Como en cada vez más recintos gastronómicos madrileños, que ceden su local para que distintos artistas muestren sus obras, los alimentos visuales no sólo están en los platos.
Carlos Díez: Bodegones. Club Allard (Ferraz, 2; tel. 91 59 09 39.) Horario: de 13.30 a 16.00 y de 20.00 a 22.00.
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