Grandes vuelos
La fusión de Air France y KLM supone el arranque de un proceso de consolidación de las líneas aéreas en Europa, fruto de la liberalización en marcha del sector, como ya ocurriera en EE UU. El acuerdo entre ambas crea, por su volumen de negocios, el mayor operador mundial, un gigante europeo, y da empuje a la salida del capital público de las compañías. El Estado francés, en un paso significativo tras años de voluntarioso saneamiento de Air France, tendrá que terminar con su participación mayoritaria (54%) en la empresa para culminar la fusión, y lo mismo tendrá que hacer el Estado italiano si quiere que Alitalia se sume al proyecto.
La fusión, por otra parte, pone de manifiesto las complicaciones de la consolidación. Requiere una compleja estructura de empresa conjunta por la que tanto Air France como KLM mantienen su propia identidad para no perder los derechos de vuelo negociados con países ajenos a la Unión Europea (en cuyo interior cualquier compañía europea puede volar a cualquier lugar del territorio). Y recuerda también la necesidad de crear un cielo único europeo de forma que la UE negocie el tráfico con Estados Unidos como un solo bloque, terminando con las negociaciones bilaterales entre países, que favorecen a las compañías norteamericanas frente a las europeas.
Tras esta fusión, parece que la consolidación girará en torno a las tres compañías europeas que lideran las actuales alianzas comerciales. El proceso ha empezado por SkyTeam, con Air France de protagonista. Queda ahora por ver cómo reaccionarán Lufthansa y British Airways, compañía esta última que tiene casi el 10% de Iberia, y con la que comparte también alianza. La española, muy similar en estructura y tamaño a KLM, queda ahora en el punto de mira y tendrá que optar por integrarse en uno de los grupos, pues es dudoso que pueda sobrevivir autónomamente en este nuevo paisaje.
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