La animación norteamericana se nutre de españoles especializados en 3-D
El grupo Españolitos Tresdeseros Exiliados reúne a los españoles que participan en producciones americanas como las secuelas de 'Matrix', 'El señor de los Anillos', 'Final fantasy' o 'Shrek'
Detrás de los movimientos de Hulk, la masa verde, está el madrileño Miguel Ángel Fuertes; detrás del salto en paracaídas de Tom Cruise en Misión imposible 2, se encuentra el valenciano Enrique Vila; en los títulos de crédito del próximo Shrek 2 aparece el gallego David Caeiro; de la renderización de esta película y Madagascar se encargó el bilbaíno Eduardo Bustillo; El señor de los anillos no es ajena a las habilidades del alicantino Manolo Soler; por La guerra de las galaxias pasó el canario Carlos Baena, y la enigmática iluminación de Final Fantasy es obra del también bilbaíno Alejandro Gil. Todos estos españoles, especializados en animación en tres dimensiones, viven en los alrededores de San Francisco trabajando para George Lucas, Dreamworks o Pixar.
Son los Españolitos Tresdeseros Exiliados (ETE). Una vez a la semana se reúnen para saciar su sed y llorar sus penas.
"Tíos, tíos, ya tenemos trabajo para varios años. Nos han contratado para hacer la animación de todas las películas de Spielberg". Enrique Vila ha terminado su trabajo en las tres películas de Matrix, la última por estrenar, y se veía en la calle.
Vila va de cheli por San Francisco, con gafas de aviador y un torito grabado en el culo de su moto. Canta mogollón en el ambiente fino del bar Thirstybear, pero a los compas españoles se les ve acostumbrados al carácter excesivo del alicantino. Es la reunión semanal de los eteros, "para reírnos un rato y contarnos novedades profesionales", dice Manolo Soler, otro trotamundos español.
El más veterano del grupo dedicado a la animación en tres dimensiones es Alejandro Gil, un bilbaíno de 34 años que no participa de la fogosidad de Vila. "Llevo cinco años en Estados Unidos; dos años me los pasé en Hawaii para la película Final Fantasy; un año en San Diego para Freaky Flyers, y ahora en San Francisco como supervisor de decorados de las dos últimas entregas de El señor de los Anillos".
'Final Fantagil'
Gil va donde pueda pasárselo bien. "Ahora vivo en el centro de San Francisco, ya me he hartado de palmeras y casa con piscina". Gil estudió Bellas Artes, pero ha acabado en la animación en 3D para los grandes estudios norteamericanos. "Lo mío es todo menos programación. Modelar, iluminar, decorar desiertos y rocas. Cada piedra que sale en Final Fantasy lleva mi nombre".
Gil ya no toca el ordenador. Él dirige. "Es lo más difícil. Superviso a un equipo de 30 personas, cada una de un país, cada una con su idea de la escena, pero buscando la mejor calidad de los decorados, controlando al límite el peso de la memoria y de los polígonos. Eso es lo difícil; lo sencillo es coger la máquina".
Gil ha pasado del mundo del cine al mundo del videojuego. "Veo que las fronteras se están fundiendo. El 90% de los que trabajan conmigo provienen del cine. El tipo de producción es casi igual: el storyboard, el sonido, los diálogos, el doblaje, todo terminado antes de que los equipos de 3-D empecemos a trabajar".
Gil, que para algo es bilbaíno, no se ha deslumbrado con el mundo del cine. "Les sobra dinero y les falta talento. Sólo hay una cosa sagrada: cumplir los plazos. Si para eso tengo que contratar a 100 personas, las contrato y una vez cumplido el compromiso, a la calle. No hay problema mientras cumpla los plazos de entrega".
El alicantino Soler estudió diseño gráfico, pero cursó un máster de animación en la Universidad de las islas Baleares, y desde allí salió con un contrato para Estados Unidos. Lleva dos años y medio, y ha escalado hasta ser socio de una empresa que se dedica exclusivamente a la cinemática: "las películas que van dentro del videojuego y que no son interactivas".
Soler ha trasladado toda su empresa a la sede de Electronic Arts para el juego de El señor de los anillos. "Hacemos la transacción de la película al personaje del juego y quieren una identificación total, como con el vieojuego de 007".
Soler, de 31 años de edad, echa de menos la comida y las ganas de marcha. "Aquí todo es muy de postín, muy formal. Hasta salir es con cita previa"
David Caeiro ha llegado a la animación desde el mundo de la Física. Gallego de 30 años, tras acabar Físicas hizo un máster de creación digital y participó en los efectos visuales de la película española El bosque animado. Desde allí llegó hace cinco meses con contrato y visado proporcionado por PDI, la empresa de Dreamworks, de Steven Spilberg.
"En Shrek 2 pongo el polvo cuando camina el monstruo y todos los efectos que no entran en los demás departamentos". Caeiro vive donde trabaja, en Redwood City, sede de los principales estudios de animación.
La parte dura de la producción la lleva Eduardo Bustillo, también de Bilbao y totalmente decepcionado con el nuevo mundo.
La 'renderización'
Bustillo, ingeniero industrial, se ha dedicado al rendering, la labor más complicada y menos lucida del proceso productivo de la animación. Él se dedica exclusivamente al cálculo del peso óptimo que necesita cada imagen. "Es más informática y menos ingeniería".
Primero desarrollan los artistas en 3-D, la geometría, las texturas y los tipos de materiales. Asignan luces a las escenas, luego la imagen depende del cálculo matemático de esa descripción de los artistas. Es un trabajo técnico. De los 35 que somos en I+D, cinco nos dedicamos al rendering. Es lo que tiene más influencia en como queda finalmente la película".
"Tiene muchos medios, mucho dinero, pero no se hacen la cosas mejor. Estoy un poco decepcionado", dice Bustillo. "Hay mucha presión, ahora estoy trabajando con tres películas a la vez. He venido para aprender y no aprendo nada. Lo malo es que en España no hay nada de esto; tendría que ir a Inglaterra, pero ya estuve hace dos años en Cambridge, aunque entonces era para estudios de arquitectura".
Fuertes, de Sebulba a 'Hulk'
Detrás de Sebulba, el piloto malo de La guerra de las galaxias Episodio I y de Hulk, la masa verde, se esconde el mismo nombre: Miguel Ángel Fuertes.
A sus 45 años, este madrileño ya es un clásico de cualquier película de animación que se precie.
Es el veterano, el precursor, de la llegada de españoles a la industria de la animación norteamericana. "Procedo", manifestó a este suplemento en septiembre de 1999, "del campo del aburrimiento; en las clases de mates le daba la vuelta a la hoja y dibujaba".
Como todos los grandes animadores del sector, la industria valora más su creatividad que su manejo de la tecnología. "Me siento como un músico virtuoso. Sé cómo sacar notas sutiles, mientras muchos animadores son un grupo de rock".
"La clave está en el arte de llegar a leer la mente del director y arriesgarse lo suficiente como para poder hacer algo que le sorprenda hasta el punto de borrar de su mente la idea que él tenía. Muchas veces eso termina en desatre, pero hasta ahora a mí no me ha fallado", explica. En su haber hay películas como Men in Black
II, The Mummy Returns; Jurassic Park o Casper.
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