"Aún es pronto para hablar de aplicaciones de los fulerenos"
La estrella del congreso celebrado en Granada fue, sin duda, Harold Kroto, de la Universidad de Sussex y Premio Nobel de Química de 1996 por el descubrimiento de los fulerenos, moléculas hechas de carbono formando estructuras esféricas. Kroto encandiló a la audiencia, más de un millar de personas, con una conferencia divertida y optimista, titulada 2010, una odisea en el nanoespacio, sobre las sorprendentes cualidades y posibles aplicaciones de los fulerenos y especialmente de los nanotubos, que tienen forma cilíndrica.
Pero su optimismo público se relajó en privado. "En realidad estamos aún en los primeros pasos. Es muy pronto para hablar de aplicaciones, aunque sin duda llegarán", explicó. El cuándo es difícil aún de determinar. "He puesto la fecha del 2010 por alusión a la película de [Stanley] Kubrick [2001, una odisea en el espacio basada en la novela homónima de Arthur C. Clarke], pero podría ser mucho más tarde, dentro de 10, 15 o 20 años".
El problema principal, según Kroto, es que aún no se puede controlar el proceso de fabricación. "Producir fulerenos del tipo C60 es relativamente sencillo, pero no tanto producir nanotubos de un diámetro preciso. Lo ideal sería crear haces de nanotubos todos del mismo diámetro y unirlos bien, pero aún no somos capaces de hacerlo", explica.
La cuestión es que cada tipo de fulereno o nanotubo tiene unas determinadas características que dependen de su estructura y su tamaño. Por ejemplo, en cuando a sus propiedades eléctricas, "según la forma y el tamaño tenemos nanotubos conductores, semiconductores o que no ofrecen apenas resistencia al paso de la electricidad. Esto no quiere decir que sean superconductores en el sentido exacto sino casi superconductores, y lo son a temperatura ambiente". Otras propiedades de los diferentes nanotubos incluyen características ópticas o de resistencia. "Hay nanotubos con una resistencia cien veces superior a la del acero y una ligereza extraordinaria, lo que permitiría emplearlos en aplicaciones insospechadas, como las carrocerías de los automóviles", dice Kroto.
Pero para que todo ello sea posible, habrá que aprender a producirlos en cantidades desmesuradas. "Lo ideal sería conseguir estructuras de un metro hechas con nanotubos idénticos. Para ello se podría aprovechar una característica que ofrecen algunos, que es la capacidad de autoensamblarse, una especie de polimerización, pero aún no sabemos cómo controlar el proceso".
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