"Tengo la manía de creer en verdades absolutas que no son tales"
Echanove asegura: "Ahora sí que soy actor de teatro, que es lo que quiero". Sus cálculos le llevan a concluir que si tiene 42 años y cada espectáculo lo explota dos años y medio, sólo le quedan por hacer 10 montajes en los siguientes 30 años. "Ahí me he dado cuenta de que tengo que escoger muy, pero que muy bien, lo que haga, porque quiero hacer giras y trabajar para la población más apartada de España, me gusta pelarme el culo por las carreteras de España en busca del espectador perdido". Pero, sobre todo, le gusta un teatro en el que pueda crecer: "Y con Miller, inevitablemente, uno mejora como actor".
"Ahora, tengo que seguir arriesgando y hacer cosas difíciles, como es ponerse el traje de Victor Franz"
En cualquier caso, esta crisis vital la integra como algo más de su vida normalita y casi vulgar: "Lo lamento, y si es preciso pido perdón, pero tengo una vida normal; leo, como, ceno y si alguna incauta se deja, me apareo, aunque cada vez menos", dice entre carcajadas.
Si se le tira de la lengua y se cuestiona que sea tan buen chico, añade: "Claro que tengo un punto canalla, y a veces este discurso tan bonito y fantástico de responsabilidades y demás se me viene encima, me da el arrebato, salgo a la calle y entonces me bebo el Orinoco, canto la Parrala, la armo cuadrada y además me encanta... Eso sí, al día siguiente juro no volver a hacerlo... Lo cierto es que voy a ser un golfo toda mi vida".
También ha vivido por primera vez una crisis pánica al darse cuenta de lo que suponía hacer este miller. La cosa llegó tan lejos que, tras pasar un día de juerga y fiestorro en Riaza, adonde acudió con Imanol Arias para dar el pregón, le paró la Guardia Civil a las dos de la madrugada para hacerle la prueba de alcoholemia y dio 0,0: "Eso es un deshonor para mí, pero lo cierto es que no probé ni una gota en todo el día".
"Ahora tengo que seguir arriesgando y hacer cosas difíciles, como es ponerse el traje de Victor Franz", dice el actor en referencia a su personaje en este montaje, que dice que llegó a él "de manera absolutamente normal".
"No me había dado cuenta de que habían pasado varios lustros, de que uno envejece, de que tengo el pelo blanco y puedo interpretar perfectamente a un hombre de 50 años... ¡Aunque tengo 42!, ¿eh?", dice Echanove, quien se enzarzó en el proyecto con el productor Jesús Cimarro y pensó en un reparto ideal: "Fue increíble, se consiguió a la primera, todos estaban disponibles y dijeron sí. El director perfecto era Eines, porque es de los mejores trabajando los aspectos internos y hurgando en las profundidades de los actores".
Un reparto que, junto a Echanove, completan Helio Pedregal, Juan José Otegui y Ana Marzoa. "Son gente que he admirado desde siempre, que respeto profundamente y además les quiero". También participan el escenógrafo Andrea D'Odorico, la figurinista Nora Renán y el iluminador Juan Gómez Cornejo.
Babelia
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