"Ejercer de andaluz gracioso es malo para todos"
José Luis Urbano (Cádiz, 1969) descubrió su talento humorístico imitando a profesores en el instituto. Militó en el grupo de teatro mudo Puntos Suspensivos antes de enrolarse en la compañía almeriense de teatro de calle Axioma. De vuelta a su ciudad natal, fundó con tres socios la empresa Animarte. Ha tocado el género de los cuentacuentos y recientemente el de los monólogos. Con su personaje de un payaso desengañado que trabaja en cumpleaños y comuniones, ganó el pasado fin de semana el primer concurso de monólogos del Pay-Pay.
Pregunta. Usted pasó del teatro mudo a no parar de hablar sobre un escenario, ¿cómo lo explica?
Respuesta. Siempre he hecho tonterías, no sé qué es eso de tomarse la vida en serio. Pero hay chistes que no puedes contar con el cuerpo, necesitas otro lenguaje. Para mí fue un reto.
P. Su personaje está más cerca de Heinrich Böll (autor de Opiniones de un payaso) que de Fofito o Charlie Rivel.
R. Sí, es el típico payaso que contratan en las comuniones, con 43 años, amargado, bebedor, que pone cocaína en la nariz postiza para sobrellevarlo. Está marcado por su propia comunión, que fue traumática, y vive harto de los padres y de los niños. Para todos llega la primavera, el mes de mayo, y para él empieza la tortura.
P. ¿Es una sátira o un homenaje?
R. Me gusta dar puyazos a las cosas con las que me siento disconforme, pero en mi empresa no puedo hacerlo, es políticamente incorrecto. En este caso me apetecía criticar la farsa de las comuniones desde muchos puntos de vista, religioso, social... Algún payaso profesional se me ha acercado para decirme que se siente identificado con el personaje, porque en ese trabajo eres un objeto para que los niños peguen patadas mientras los padres se toman los cubatas.
P. ¿Ha descubierto el resorte secreto que desata la risa?
R. Ni idea. Los chistes aparecen, como si llegaran las musas. No hay una fórmula establecida. Estás ahí, aburrido, te pones a leer una revista y de repente te viene todo, como si te lo dictaran. Te ríes con tus propias ocurrencias, te fías de tu intuición y una vez que estás sobre el escenario, improvisas. Lo que nunca hago es compartir esas ideas, porque si ensayas con un amigo y no se ríe, te desesperas.
P. ¿Hay políticos con talento para el humor?
R. Conste que no he votado nunca, pero creo que sí. Podría hacerse una superproducción con la mayoría de ellos.
P. El tópico del andaluz gracioso, ¿favorece o perjudica?
R. El que es gracioso, lo es. El que va de gracioso sin serlo, ése echa para atrás, cae mal. Pero sí es cierto que como andaluz, a veces, tienes la presión de ser gracioso allí donde vayas. Lo peor es ejercer de tal, exagerar el acento... Eso es malo para todos.
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