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Comienza el juicio contra un vigilante acusado de matar a cuchilladas a su ex novia en una pizzería

La fiscal reclama 17 años de prisión para un hombre de 26 años acusado de matar a puñaladas a su ex novia, María Isabel Santos, el 4 de abril de 2001. El homicidio se produjo en la pizzería de Madrid donde ésta trabajaba, a la que el acusado acudió ese día para ver si reanudaban su relación sentimental, a lo que la víctima se negó. En 1999 María Isabel ya le había denunciado por malos tratos, pero había retirado la denuncia porque él le pidió perdón.

El juicio a Eduardo O. J. comenzó ayer en la Audiencia Provincial con la constitución del jurado popular que lo juzgará, formado por seis mujeres y cinco hombres. Está previsto que el procesado preste hoy declaración.

Según afirma la representante del ministerio público en su escrito de conclusiones provisionales, los hechos ocurrieron sobre las 11.30 del 4 de abril de 2001, cuando el procesado se dirigió al establecimiento de Pizza Hut situado en el número 74 de la calle de Antonio López.

La fiscal sostiene que Eduardo y María Isabel, de 26 años, habían roto la relación que mantenían y el acusado se dirigió a la pizzería porque "quería continuar" con ella. Tras mantener una conversación con María Isabel, el acusado sacó una navaja y la apuñaló, causándole la muerte.

Por su parte, el letrado de la acusación particular que representa a la familia de la víctima pide para Eduardo 23 años de prisión, así como que el acusado indemnice a los padres de María Isabel con 180.304 euros.

El abogado que ejerce la acción popular en nombre de la Comunidad de Madrid reclama para el acusado 25 años de cárcel. El defensor del procesado solicita la absolución y que se le aplique la eximente de trastorno mental transitorio.

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Según el abogado de la acusación particular, la pareja rompió la relación "por el carácter agresivo y violento" de Eduardo. "Intentó convencerla para que volviera con él, lo que ella no aceptó", tras lo cual el imputado le asestó siete navajazos, según relata el letrado, que agrega que, posteriormente, se dirigió a un bar para asearse y se cambió de ropa. Al día siguiente llamó a la policía y se entregó.

Eduardo -que trabajaba de vigilante de seguridad y que en aquellas fechas estaba de baja por depresión- también contó a la policía que la víspera del asesinato llamó a su mejor amigo para contarle sus problemas y que ambos estuvieron bebiendo hasta la madrugada.

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