"Tenemos muchas posibilidades laborales"

El licenciado Julio Martínez (Elche, 1980) es fruto de la segunda promoción de Ciencias Ambientales de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Julio, que terminó su licenciatura tras la presentación del proyecto fin de carrera el pasado verano, se siente ilusionado con las perspectivas que ofrece el título que ostenta en su currículum. "Se abren muchas posibilidades laborales. Hay un sector que está en auge como las consultorías ambientales para asesorar a las empresas sobre la gestión de sus residuos y su adaptación a la ley". No obstante, las empresas no son conscientes de la utilidad de los nuevos licenciados. "Sólo se acuerdan de nosotros cuando les llega la multa", apunta. "Somos nosotros, de entre todas las licenciaturas, los encargados de gestionar los problemas medioambientales y de residuos que generan sus empresas, de ahorrarles dinero y de contribuir en la preservación de un bien escaso que es de todos". Mientras llega la oferta laboral, se ha matriculado en el doctorado de suelos sobre calidad medioambiental, indica Martínez.

Este estudiante llegó a Ciencias Ambientales atraído por la posibilidad de hacerse "con una visión multidisciplinar del medio ambiente. A mí me gustaba la biología, pero también la geología y como no me decidía me lancé a por todo", a Ciencias Ambientales. Julio se siente satisfecho después de cinco años de estudio y "con las expectativas iniciales cubiertas. He visto un poco de todo, que es lo que buscaba. Me ha gustado bastante", dice sin dudar.

Sin embargo, no todo ha sido fácil. "Lo más duro de esta carrera fue el primer año y las diferentes asignaturas con las que te tienes que enfrentar. El primer año te ves con carencias en algunas materias porque no has podido tratar temas tan distintos como física, química o de biología, incluso derecho". El carácter multidisciplinar enfrenta al alumno de Ciencias Ambientales con el reto de superar materias dispares entre sí. La materia más complicada de superar fue la de biofísica.

"Pero es una licenciatura muy entretenida. La mitad del año son prácticas, así que a partir del tercer cuatrimestre teníamos entre tres o cuatro semanas seguidas de prácticas. Muchas temporadas casi que dormíamos en la Universidad entre la teoría y las prácticas de laboratorio". Precisamente lo que le gusta. "El laboratorio es más ameno, trabajas en grupo y ves más resultados", explica. A estas prácticas se suma el trabajo de campo, "que es donde mejor se ve y se comprueba la teoría. Una vez estuvimos en Murcia haciendo recuento de tortugas", recuerda.

La carrera no es difícil, "si te gusta", y tampoco cara. "Al principio compras muchos libros, muy caros. Pero luego te das cuenta de que no son necesarios todos. Lo importante son los apuntes y asistir a clase". Para las prácticas el gasto más caro supuso la compra de una bata blanca, "que si eres un poco cuidadoso te puede durar los cinco años de carrera".

Para terminar con éxito y presentar el proyecto de fin de carrera sólo hay un secreto, según Martínez: "Comenzar cuanto antes, que siempre te va a faltar tiempo". La confianza es la peor consejera. "Lo más difícil es condensar todo un año de trabajo práctico en sólo 90 páginas y exponer ante un tribunal el resultado de tu estudio".