¿Voto útil?
El dirigente socialista Joaquim Nadal ha declarado que el apoyo a ICV en Tarragona, Lleida y Girona puede ser un voto perdido y ha pedido a los electores de esta formación política que opten por el "voto útil" que representaría el PSC. Las palabras de Nadal coinciden, no por casualidad, con la presentación pública de potentes candidaturas de ICV-EA en esas circunscripciones encabezadas por la actual diputada Dolors Comas (Tarragona), el alcalde de Llagostera, Lluís Postigo (Girona) y el director del Archivo Comarcal de Balaguer, Joan Farré (Lleida) y que incorporan a personas como la presidenta del Colegio de Educadores Sociales de Girona, Cristina Andreu; la vicerrectora de la Universidad de Girona, Victoria Salvadó; el dirigente de CC OO de la enseñanza, Marc Vidal; el líder antitrasvasista de la Ribera d'Ebre, Joaquim Marsal; alcaldes y concejales de numerosos municipios, y dirigentes históricos del PSUC, como Carme Casas. Mal deben apuntar las previsiones para los socialistas y demasiado bien, dentro de su modestia, para ICV-EUiA para que, ante candidaturas como las citadas, alguien de la categoría intelectual y política de Joaquim Nadal se rebaje a utilizar los desgastados argumentos tradicionalmente esgrimidos por el aparato del PSC.
El voto a ICV-EUiA ha sido decisivo para que muchas alcaldías sean de izquierdas. Es un voto útil, así le pese a Nadal
A la apelación socialista al voto útil hay que contraponer, en primer lugar, algunos datos electorales. Sembrar la duda sobre las posibilidades de obtener representación de ICV en la provincia de Tarragona es simplemente mala fe. El PSUC, primero, y ICV después, incluso en sus momentos más bajos, han logrado siempre de forma ininterrumpida diputados en esta circunscripción. En esta ocasión, a la fuerte implantación política y electoral en Tarragona y Reus, se suma la irrupción en nuevas comarcas, y la actitud coherente y combativa de ICV contra el trasvase del Ebro.
Pero, además, Nadal parece referirse a la Iniciativa de las elecciones de 1999, es decir la soñada por el PSC: pequeña, dividida e irrelevante. Hoy la realidad es bien distinta. La coalición ICV-EUiA-EPM obtuvo en las recientes elecciones municipales el 10'5% de los votos y una extensión territorial que le permite aspirar a obtener representación en las cuatro circunscripciones. Una fuerza política con tres concejales en Lleida, y dos en Girona, Tarragona, Reus y Tortosa no es una opción marginal. En la provincia de Girona ICV dobló su voto municipal obteniendo más de 21.000 sufragios, cuando para obtener diputado se necesitan 17.000. En Lleida, el notable ascenso de ICV en las municipales (pese a que en localidades como la Seu d'Urgell, Tàrrega o Solsona se participaba en candidaturas unitarias) le da claras opciones a luchar por un escaño.
No serán, sin embargo, las previsiones de Nadal ni las mías, sino la decisión libre de la ciudadanía la que resolverá la incógnita. Pero nadie puede predeterminar el resultado. Lo que es evidente es que el voto a ICV-EUiA ha sido ya decisivo para que la izquierda consiguiera alcanzar alcaldías como las de Lleida, Girona, Reus, Tortosa, Blanes, Cambrils, Palamós y tantas otras. Eso sí, viéndose obligado el PSC a aceptar la incorporación de determinadas políticas que sus programas no contemplaban.
Pero el debate tiene también una vertiente mucho más política. El llamamiento de Nadal coincide con una intervención de Rodríguez Ibarra en la que pedía el voto de los electores de la comunidad de Madrid afirmando: "Sabemos que os hemos defraudado, pero a pesar de ello debéis votarnos porque somos los vuestros". Terrible y triste argumento. Nadal pide a los simpatizantes de ICV un voto matemático, desprovisto de ideología, programa y análisis de las candidaturas; pretende que se vote a los socialistas aunque no se coincida con su política por si ICV no obtuviera representación, pero quien plantea esa eventualidad como probable es el propio Nadal. La trampa es torpe y equivocada, porque la mejor garantía para que se produzca un cambio político es que ICV alcance representación en todas las circunscripciones. Si los diputados obtenidos lo son en detrimento de otras fuerzas de izquierda el resultado total no se altera porque Iniciativa es la única opción política que se ha comprometido solemnemente a no pactar con CiU. Si los escaños se obtienen restando a la derecha, su valor sería doble.
Pero más allá muchos ciudadanos de izquierdas pueden preguntarse: ¿es lo mismo en Girona votar a Nadal, avalador de proyectos que atentan contra el equilibrio territorial, como el túnel de Bracons, que a Lluís Postigo, defensor de las Gavarres frente a Fecsa y la Generalitat? ¿Es lo mismo en Tarragona votar a Lluís Pérez, partidario declarado de la interconexión de redes (primer paso del trasvase según la Plataforma en Defensa del Ebro), que a ICV, que está luchando contra ese proyecto? ¿Es lo mismo para los defensores de los derechos de los inmigrantes votar a los socialistas, que acaban de pactar la Ley de Extranjería con el PP, que a ICV, que pide la insumisión de los ayuntamientos contra esa ley? ¿Y para los que opinan que la única salida para Euskadi pasa por el diálogo sin exclusiones? ¿Y para los que quieren reformar de verdad el Estatut sin los miedos y limitaciones establecidos en Santillana? Maragall declaró recientemente que había que votar con la cabeza. En Iniciativa pensamos que hay que votar con la cabeza y con el corazón. Y, si es posible, analizar las perspectivas electorales sin manipulaciones interesadas.
Jaume Bosch es vicepresidente de ICV
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