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LA POSGUERRA DE IRAK

Muere la miembro del Consejo de Gobierno tiroteada en Bagdad

Akila al Hashemi era una de las tres mujeres del Ejecutivo provisional

Jorge Marirrodriga

Akila al Hashemi, miembro del Consejo de Gobierno iraquí, falleció ayer en un hospital militar estadounidense en Bagdad al sucumbir a las heridas que sufrió el pasado sábado cuando fue tiroteada cerca de su domicilio, en el centro de la capital iraquí. Su muerte supone la confirmación del éxito del atentado político más grave perpetrado en Irak desde que el 9 de abril cayera la dictadura de Sadam Husein.

Al Hashemi -una de las tres mujeres que formaban parte de un Consejo de Gobierno compuesto por 25 miembros- era una traductora y diplomática profesional que había sido nombrada para el Gobierno provisional, entre otras razones, por pertenecer a la mayoría chií. Su elección por parte del administrador estadounidense para Irak, Paul Bremer, sorprendió por la estrecha relación que la política asesinada mantuvo con el régimen de Sadam. Baazista y protegida del vicepresidente Tarek Aziz, Al Hashemi defendió hasta el último momento al depuesto presidente iraquí, tanto en diversos países como en la misma sede de Naciones Unidas, donde hizo todo lo que estuvo en su mano y en su oratoria para evitar el ataque británico-estadounidense.

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A pesar de ello, se trataba de una figura respetada por gran parte de la sociedad iraquí y prueba de ello fueron los suspiros de decepción que muchas personas emitieron al enterarse de que, finalmente, había fallecido. "Era una persona muy brava, no se merecía esto, ni ella ni nosotros. Es un mal comienzo", opinaba Hamir Zanawi, un economista en paro de 40 años. "El pueblo de Irak ha perdido a una pionera de la libertad y la democracia", destacó Paul Bremer en un mensaje dirigido en nombre de la "coalición internacional" al pueblo iraquí.

En las últimas horas la salud de Al Hashemi había empeorado considerablemente. Ayer de madrugada sus riñones dejaron de funcionar y poco después del amanecer sufrió un colapso multiorgánico que le provocó la muerte.

Un miembro del Consejo de Gobierno, Mowaffak al Rubaie, también chií y médico de profesión, aseguró que el atentado sufrido por su compañera "lleva impresas las huellas" de Sadam. "No permitiremos jamás que nadie haga descarrilar el proceso de democratización de Irak, aunque ello nos cueste la vida", añadió. La política iraquí también fue recordada anoche por el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, quien en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, calificó de "privilegio" haberla conocido.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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