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Reportaje:

Por amor a la salud pública

Los voluntarios del Samur, que se costean su manutención y el transporte, se consideran explotados

Oriol Güell

Los madrileños disfrutan de uno de los servicios de emergencias municipales, el Samur-Protección Civil, más apreciados y reconocidos de España. Más de 100.000 actuaciones al año y cerca de 35.000 traslados hospitalarios constituyen los activos de un cuerpo que, con 322 profesionales y más de medio centenar de vehículos, fue una de las apuestas preferentes del anterior alcalde, José María Álvarez del Manzano.

Sin embargo, algo no funciona bien en el Samur, según denuncian algunos voluntarios. "Parece mentira: un servicio que se desvive para atender a los ciudadanos y que cuida tan poco y tan mal a su propia gente", afirma un voluntario que lleva más de seis años entregando varios turnos de ocho horas a la semana al Samur. Él, como los demás compañeros consultados, prefiere no dar su nombre.

El Samur cuenta con más de 2.000 voluntarios, aunque poco más de la mitad de ellos presta sus servicios de forma frecuente. A los voluntarios se les reconoce por su indumentaria naranja, que les distingue de los sanitarios profesionales, que van de amarillo. Son personas que deciden entregar de ocho a diez horas varios días al mes de su tiempo libre para ayudar a la ciudad. Algunos lo hacen por compromiso social, mientras para otros es una forma de ganar experiencia en lo que quieren convertir su profesión. Circulan con ambulancias por la ciudad y acuden a atender los casos menos graves. También realizan muchos traslados a hospitales y realizan los primeros cuidados hasta que llegan las UVI móviles.

Pero, según dicen, la ciudad no les corresponde. Haga frío o calor, y pese a hacer turnos largos (de 8.00 a 14.00, de 14.00 a 22.00 y de 22.00 a 8.00), en la Casa de la Villa no hay dinero para pagarles un bocadillo, un café con leche o un refresco. Tampoco lo hay para pagarles el metro o el autobús, servicios que son públicos y que se ven obligados a utilizar para acceder a alguna de la docena bases del Samur. "Al principio había un dinero para comprar bonobuses, para hace meses que ya no los recibimos", critica otro voluntario. Los voluntarios dicen que tampoco reciben la formación que deberían. "Para empezar a colaborar con el Samur, recibimos doce módulos en doce fines de semana. Pero a partir de ahí, casi nada más. Los cursos que se nos prometen no llegan a nunca", explica otro voluntario.

Éste es un asunto que los voluntarios consideran muy grave. "Para muchos de nosotros, ser voluntarios del Samur es una apuesta de futuro que nos permite coger experiencia y aprender mientras participas en una causa social. Pero si no recibimos formación, la sensación es de estar perdiendo el tiempo. Además, esto nos deja en ocasiones en situaciones delicadas frente a pacientes para cuyas dolencias no estamos preparados".

Carmen Sánchez Carazo, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, denuncia lo que considera una "dejación imperdonable en uno de los servicios más estimados y necesarios para los ciudadanos". "El Samur es un servicio clave para la ciudad, un servicio que vela por todos sus ciudadanos y que cada año salva miles de vidas. Y los voluntarios son la forma en que la ciudad le devuelve al Samur lo que éste hace por ella. El Ayuntamiento debería cuidarles y mimarles mucho más de lo que ahora lo hace", considera Sánchez Carazo.

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"En cambio, lo que muchos voluntarios me han denunciado es que están muy desanimados y considerablemente quemados, que se sienten explotados", añade Sánchez Carazo.

Un portavoz de la concejalía de Seguridad y Servicios a la Comunidad, cuyo titular es Pedro Calvo Poch, admitió ayer que el Samur sufre "algunas insuficiencias en la actividad diaria de algunos voluntarios".

Sin embargo, aseguró este portavoz, el Ayuntamiento está decidido a mejorar esta situación. "Para nosotros, el voluntariado constituye uno de los más firmes valores del Samur y estamos decididos a cuidarlo y apoyarlo", añadió.

Para el próximo año, la concejalía de la que depende el Samur tiene decidido ampliar la dotación económica destinada al voluntariado.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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