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Un niño inmigrante muere aplastado por un montacargas en un 'súper'

La familia solicita testigos del accidente y proyecta demandar a la empresa propietaria

Oriol Güell

La familia del niño Kevin Alexander C. P., de cuatro años y nacionalidad ecuatoriana, se reunirá hoy con su abogado para estudiar cómo denunciar al supermercado Lidl de la calle de Bravo Murillo, 62, donde el pequeño murió en la tarde del pasado sábado al caerle en la cabeza una plataforma de metal usada como montacargas. La cadena Lidl tiene 36 establecimientos en la región (19 de ellos en la capital).

"Mi nieto estaba allá sentado comiendo un trozo de pan que le habíamos dado. El pobre estaba quietecito y se le cayó aquella enorme rampa en la cabeza. Desde luego que yo creo que los propietarios de la tienda tienen una alta responsabilidad por lo sucedido", explicó ayer Jorge Alberto Calatiña, de 53 años, abuelo del niño, que ha asumido el papel de portavoz de la familia. "Esa empresa tiene mucho público que entra y sale de ella todo el día. Debería tener mejores condiciones de seguridad", añadió.

Calatiña hizo ayer un llamamiento a todos los testigos para que se pongan en contacto con la familia en los teléfonos 630 780 873 y 650 355 348. "Hoy [por ayer] hemos recibido ya varias llamadas, pero nos gustaría contar con el mayor número de testigos posible", añadió.

El percance ocurrió sobre las 14.00 del sábado, cuando Kevin Alexander, su hermana, de seis años, y su tía, de siete, estaban sentados en las escaleras de acceso al supermercado comiendo un trozo de pan mientras sus padres y abuelos cargaban el coche, según explicó ayer la familia.

"Horroroso"

"De repente, se escuchó un gran ruido y vimos cómo esa gran pieza de metal había caído sobre los niños", recordó Calatiña. "Fue horroroso. Creímos que habían muerto los tres. Tratamos de levantar la rampa, pero no podíamos porque pesaba mucho. Debajo de ella empezamos a oír los gritos de los niños", añadió el abuelo del niño fallecido.

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La plataforma, de varios cientos de kilos de peso, cayó sobre la cabeza de Kevin Alexander, fracturándole el cráneo y causándole la muerte casi al instante. El niño, sin embargo, amortiguó la mayor parte del golpe, salvando así a su hermana y a su tía, que sólo sufrieron unos rasguños al quedar guarecidas entre los peldaños y el metal.

Cuando varios hombres pudieron al fin levantar la rampa, la familia descubrió que el pequeño Kevin Alexander tenía el cráneo "totalmente fracturado y estaba sin sentido", según su abuelo. El niño entró en parada cardiorrespiratoria, que no pudo remontar, pese a que los médicos del Samur-Protrección Civil estuvieron una hora intentándolo.

"La rampa no debía estar bien sujeta, porque si no, no entiendo cómo le pudo caer en la cabeza. No logramos averiguar lo que había sucedido, ni si la rampa cayó sola o porque alguien le dio un golpe", añadió la familia.

La familia de Kevin Alexander veló en la tarde de ayer y durante toda la madrugada el cadáver del pequeño en el tanatorio Sur. Esta mañana el cuerpo será incinerado.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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