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La dirección del Real afirma que la actitud de Gheorghiu ha sido una "falta de respeto"

El teatro sostiene que no puede plegarse a las exigencias de la diva, que iba a cantar 'La traviata'

Jesús Ruiz Mantilla

"Nadie es imprescindible". Una consigna dura en el mundo de la ópera. Pero es lo que sostiene Jesús López-Cobos, director musical del Teatro Real, que ayer, junto a los otros dos miembros del triunvirato, Emilio Sagi e Inés Argüelles, explicaron por qué no se han plegado a las exigencias de la soprano Angela Gheorghiu para cantar cuatro representaciones de La traviata, con la que se inaugura la temporada el 1 de octubre. "Se había incorporado 15 días tarde a la producción y en una hora de ensayo no se puede echar abajo todo un trabajo de equipo. Su actitud ha sido una falta de respeto", afirmaron.

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"Estamos muy orgullosos de la decisión que hemos tomado. Éste es un teatro de gran seriedad. Tiene un prestigio y un nivel y no podemos consentir ese desprecio por el trabajo de mucha gente", aseguraba Emilio Sagi, director artístico. "Nos reservamos el derecho de actuar judicialmente contra ella porque ha habido un incumplimiento claro de contrato", avisaba la gerente, Inés Argüelles. "Habíamos puesto un reparto con tres traviatas por lo que pudiera ocurrir", explicaba López-Cobos, quien también anunció que serán Norah Amsellem y Annalisa Raspagliosi las encargadas de dar vida y muerte a Violeta en escena.

Mientras ellos lanzaban su batería de argumentos, la soprano rumana, después de presentar su renuncia por escrito en el teatro, empaquetaba sus maletas en dos taxis para coger un avión rumbo a Washington, donde el día 20 cantará en una gala para la que pidió permiso para asistir a los responsables del Real y al director de escena, Pier Luigi Pizzi, que le dijeron: "No".

"Quería irse más tiempo, después de haber llegado con un retraso de dos semanas, y volver el día 22", asegura Pizzi. Dicen que le dieron todo tipo de facilidades, cantarlo como quisiera, moverse como le diera la gana, incluso había pedido un apuntador, algo surrealista a estas alturas. Al final se pasó una hora por el ensayo de la nueva producción, que traslada la acción de la maravillosa ópera de Verdi a los años cuarenta del siglo XX, y empezó a atacarlo todo. Le parecía, según ha dicho ella después en declaraciones a Efe, "vulgar y lleno de referencias sexuales".

"¡Pobre Verdi, pobre Verdi!", cuentan algunos testigos que exclamaba la diva rumana. El caso es que extraña que se llevara una sorpresa así, con un director tan poco dado al escándalo como Pizzi, del que se puede sospechar todo menos que vaya a ambientar una Traviata, la historia de una cortesana, por la noche en la Casa de Campo de Madrid. "El propio título lo dice, la extraviada, no es la Virgen Inmaculada", aclaraba Sagi.

"Le enseñamos todo, le escribimos una carta explicándole los detalles, sabía de qué iba", explican tanto Pizzi como López-Cobos. "¿Qué futuro cree que le espera a esta cantante?", le preguntaron a Pizzi. "El que se merece", respondía él, muy fino. "Yo no pienso recibir una lección de teatro de esta mujer, lo siento y me da pena porque es algo que ha hecho contra sí misma", añadía el director de escena.

Al final del pulso, satisfacción porque la posición de fuerza es un aviso para navegantes: nadie pasa por encima del teatro. Pero también pena, según admitió ayer el director musical: "Lo siento, de verdad, teníamos la ilusión de haber podido trabajar con ella porque es una fantástica cantante. Pero ¿a qué precio?".

Jesús López-Cobos (a la derecha) y Pier Luigi Pizzi, ayer en el Teatro Real.
Jesús López-Cobos (a la derecha) y Pier Luigi Pizzi, ayer en el Teatro Real.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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