Esperanza tras la guerra
Cuatro niños viajan de Bagdad a Madrid para recibir tratamiento médico
La guerra aumentó su abandono. La paz les ha traído esperanza. Los 70 niños del hospicio Rami de Bagdad apenas saben dónde está España, pero ya han aprendido a decir gracias aunque sólo sea con unas miradas que se han vuelto a llenar de ilusión. Una ONG española, Mensajeros de la Paz, ha adoptado el centro donde crecen y los primeros cuatro chavales llegan hoy a Madrid para recibir tratamiento médico. Amer, Rym, Ahmed y Human salieron ayer de Bagdad para empezar con ilusión una nueva etapa en su azarosa vida.
Los casos de estos cuatro críos llamaron especialmente la atención del fundador y presidente de Mensajeros, el padre Ángel García Rodríguez, cuando a finales de abril llegó a Bagdad para identificar áreas en las que esa ONG pudiera ser útil. El Rami fue un amor a primera vista. Necesitaba de todo. Y decenas de ojos tristes atraparon al sacerdote y a sus acompañantes como si fueran imanes. Enseguida se comprometieron a hacerse cargo del hospicio. En las semanas siguientes, la organización, que tiene como presidenta de honor a Ana Botella, la esposa del presidente Aznar, facilitó generadores, combustible y medicinas para que el centro pudiera volver a funcionar.
Sin pasaportes ni documentos de identidad, el viaje parecía imposible hace dos meses
No era suficiente. La mayoría de los niños internados requieren intervenciones y tratamientos sanitarios que, de momento, no pueden facilitarse en Irak. Había que trasladarlos a España. Al menos, los casos más graves. Como la pequeña Rym Zamer, de cinco años, a la que se ha diagnosticado leucemia y daño cerebral. O los juguetones Humam Alwan, de cuatro años, y Ahmed Leith, de cinco, con problemas de estómago y de huesos.
Aun así, los chavales del Rami no son ni huérfanos ni abandonados. La mayoría ingresaron allí por falta de recursos familiares para mantenerles. En muchos casos ha sido la muerte del padre la que ha dejado su casa sin ingresos. En otros, el mísero salario paterno no llegaba para alimentar otra boca y mucho menos pagar su medicación. Amer había dejado el centro y regresó a su casa al cumplir los 16 años hace unas semanas, pero ya estaba en la lista del padre Ángel.
Los niños no tienen palabras, sólo lágrimas de emoción. Los últimos, los más abandonados, han logrado un hueco entre los planes mastodónticos para la reconstrucción de Irak. Ayer, al subir en el avión de Servair que les llevó hasta Ammán, la capital de Jordania, todo parecía fácil. Sin embargo, dejaban un complicado esfuerzo diplomático para lograr que pudieran desplazarse a Madrid.
Sin pasaportes ni documentos de identidad, el viaje parecía imposible cuando hace dos meses Mensajeros empezó a planear el traslado. Se planteó un caso consular complicado que ha requerido la intervención de la Embajada de España en Bagdad ante la Administración Provisional de la Coalición (CPA). Los responsables norteamericanos dieron su visto bueno a una excepción de pasaporte, ya que Irak aún no está en condiciones de proporcionar ese documento. El visado español estaba garantizado, pero aún quedaba un último escollo: un salvoconducto jordano, ya que los chavales tenían que hacer escala en Ammán.
Hubiera sido un trámite burocrático si la legación diplomática de Jordania no hubiera sido objeto de un atentado el pasado 7 de agosto. Desde esa fecha, su embajada permanece cerrada y sus representantes se hallan en Faluya, donde la Casa Real de ese país ha instalado un gran hospital para ayudar a los iraquíes. Al final las piezas encajaron. Incluso la ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, resultó conmovida por este esfuerzo durante su reciente visita a Irak.
"Nos ha donado sus pagas extraordinarias de este año", declaró a EL PAÍS un miembro de la ONG. "No sé cuánto dinero es eso, pero lo que cuenta es el gesto", añadió.
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