Campaña antitabaco

La campaña antitabaco que el Gobierno parece haber incrementado en el último mes (lo cual nos ha permitido fumar a gusto durante las vacaciones), es una confirmación atropellada de que el tabaco es malo para la salud. En general, todos los fumadores nos habíamos dado cuenta de este hecho, sobre todo cuando nos levantamos por las mañanas y tratamos de convencernos de que "nunca máis". Sin embargo, no se contribuye a frenar el tabaquismo (que sabemos es una de las dependencias más difíciles de abandonar) simplemente asustando a la gente que fuma, con fotos y leyendas amenazantes. El compromiso ha de ser mayor si de verdad existe interés en potenciar una sociedad más sana; sobre todo cuando hasta hace poco y durante décadas se nos estuvo vendiendo lo cool que era fumar y lo maduros que eso nos hacía.

Desde los 13 años nunca tuve problema en comprar cigarrillos sueltos en el bar del instituto. Por supuesto que esto es denunciable, se podría pedir incluso compensación, pero también reconozco mi parte en la equivocación. Lo que sí pediría es que no se limite la campaña antitabaco a amedrentarnos a aquellos que fumamos, ésa es una implicación demasiado cómoda en un problema que se ha contribuido a crear. Hay un gran tanto por ciento de fumadores que pensamos en dejarlo todos los días, pero necesitamos otro tipo de ayuda. En otros países, la Seguridad Social subvenciona total o parcialmente las drogas antitabaco (de las que aquí ni se da información), los parches de nicotina (que cuestan un ojo de la cara), los chicles de nicotina (que por el precio parece que hubieran sido aderezados por Ferrá Adriá), y proporciona líneas telefónicas de ayuda, así como terapias alternativas de otro tipo.

Es muy fácil decidir que a partir de ahora el tabaco es muy malo, que nos encoje los pulmones, que nos pudre la boca o que mata a nuestros hijos que lo aspiran pasivamente, pero si de verdad se quiere contribuir a su erradicación hay que dar más ayuda a los fumadores, hay que gastar un poco de dinero, hay que invertir en salud. De lo contrario, que nos dejen disfrutar y que no nos recuerden algo que de sobra sabemos.