Ganar para cobrar

Si en el deporte, como en el arte, no hay mejor estímulo que la necesidad, el Deportivo debería tomar precauciones ante su visita del miércoles a Atenas para medirse al AEK. El tercer club de la capital griega ha llegado a la fase final de la Liga de Campeones como una pura cuestión de supervivencia. Nada más regresar de las vacaciones, sus jugadores montaron una huelga porque no cobraban. El asunto se tuvo que resolver más por la vía futbolística que por la sindical. El club necesitaba los ingresos de la Champions y convirtió la eliminatoria preliminar ante el Grashoppers de Zúrich en vital. Derrotados los suizos, el presidente del AEK, Yiannis Granitsas, pudo respirar: "Con esto se han asegurado cobrar el salario".

Tercero en su último campeonato, el AEK marcha ahora el segundo en la Liga tras empatar el pasado sábado, en Salónica, ante el Iraklis (2-2). Dicen las crónicas que fue un choque helenístico: expulsaron a un jugador local, el AEK sufrió dos lesiones y hubo peleas en las gradas.

El carácter guerrero lo atestigua con elocuencia el escudo del club, presidido por un águila bicéfala, símbolo del antiguo imperio bizantino. El AEK nació en 1924, fundado por refugiados de guerra, griegos que vivían en la Turquía occidental. Por eso el nombre del club es el acróstico de Asociación Atlética de Constantinopla. Los grupos ultras le proclaman portador de valores "helenísticos y cristianos".

Pese a las penurias económicas, el AEK cubrió la baja de Nikolaidis -fichado por el Atlético- con la incorporación del larguirucho Liberopulos, estrella del Panathinaikos, máximo goleador de la última Liga y a quien, hace un par de cursos, Charly Rexach dispensó honores de crack mundial asignándole un escolta full time. Para suministrarle balones está el exquisito ex sevillista Tsartas, el jugador más conocido junto al carrilero y ex interista Georgatos.