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Entrevista:JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ-PÁRAMO | Catedrático de Hacienda Pública

"El pacto de estabilidad es otro elemento de división en Europa"

Mikel Ormazabal

José Manuel González-Páramo (Madrid, 1958), catedrático de Hacienda Pública de la Complutense de Madrid, ha dirigido hasta el pasado viernes en San Sebastián un curso de verano sobre la hacienda municipal en España, organizado por la UPV en colaboración con la Fundación BBVA.

Pregunta. ¿Hay cultura de disciplina presupuestaria en las administraciones públicas?

Respuesta. Esa cultura ha funcionado a nivel municipal, no tanto a escala autonómica ni a nivel estatal. Así que a quienes más les va a costar cumplir con la Ley de Estabilidad Presupuestaria es a las comunidades autónomas, que han recibido un flujo de transferencias [financieras] muy importante del Estado que ahora se ha reducido y ajustado a un sistema de financiación nuevo. El político autonómico, que hasta ahora regalaba gasto público sin cobrar impuestos, tendrá que afrontar los gastos extraordinarios a sus expensas, sin fondos del Estado.

"El Pacto Local tiene una lógica indudable, aunque tendrá un desarrollo lento"

P. ¿Qué ventajas conlleva la Ley de Estabilidad?

R. Permite afianzar y garantizar nuestro Estado de bienestar, porque, si hubiésemos seguido acumulando gastos de intereses y deuda como en el pasado, nos veríamos abocados a aumentar las cotizaciones sociales o reducir las pensiones, lo que frustraría las expectativas de mucha gente.

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P. ¿No existe el peligro de reducir la inversión pública?

R. El peso de las inversiones en el gasto público es muy pequeño en relación con el presupuesto total. La administración puede financiar la construcción de un puente aumentando el tipo de un impuesto, bajando determinadas subvenciones o adelgazando el gasto de los intereses.

P. ¿Cómo es posible cumplir con la Ley de Estabilidad en épocas de recesión, como está ocurriendo en Francia y Alemania?

R. De la manera en la que Francia y Alemania explicaron al resto de los países europeos que se habría de hacer, es decir, manteniendo una situación de equilibrio o superávit en épocas de bonanza, cosa que ni Francia ni Alemania hicieron. La medicina para cumplir con el pacto de estabilidad es muy clara: si en época favorable se consigue superávit, muy difícilmente se incurrirá en un déficit superior al 3% cuando llegue la crisis.

P. Es chocante que los impulsores del pacto de estabilidad sean las primeras presas del mismo.

R. Sí, porque la promovieron para atar de manos a los nuevos socios de la UE. Pero justamente ahora, a las primeras de cambio, son Francia y Alemania los incumplidores por razones de ciclo económico y porque no hicieron los ajustes a tiempo.

P. ¿Qué riesgos entraña esta situación?

R. El riesgo es más de orden político, por la posible fragmentación de la cohesión y el consenso económico existentes en Europa. La erosión se produce cuando países muy importantes critican ahora el pacto de estabilidad desde su experiencia, porque han errado, no porque estén en contra de los principios del pacto. Se han cambiado los papeles: España es el adalid de la estabilidad presupuestaria y Alemania la somete a crítica. A la división que existe en Europa sobre la política exterior o sobre el ritmo de la ampliación se suma un elemento divisivo más. Esto no es bueno desde el punto de vista político, porque en el plano económico los ciclos nos aseguran que Francia y Alemania sacarán adelante sus problemas. Tienen músculo suficiente para hacer los deberes.

P. Luego es algo transitorio.

R. Pero está amenazada la credibilidad del pacto de estabilidad, porque si unos países lo cumplen y otros no, pierde su virtualidad disuasoria. El pacto no persigue aplicar sanciones, igual que el Código de la Circulación no pretende que el Estado si financie con multas. El pacto necesita ahora una defensa de sus principios por parte de Francia y Alemania. Deben reconocer sus errores, pero sin poner en tela de juicio su filosofía, porque si el pacto desaparece estaríamos mucho peor todos.

P. ¿Peligra realmente el pacto?

R. Estaría en riesgo si Francia y Alemania no se someten al procedimiento que los reglamentos comunitarios establecen cuando un país supera el 3% de déficit. Eso es incumplir el pacto. Nada reforzaría más el pacto que sus máximos impulsores acepten todas las consecuencias que el pacto trae consigo. Si lo quieren reblandecer, mal iríamos.

P. ¿El Pacto Local aumentará el poder de los ayuntamientos?

R. El Pacto Local surge porque los ayuntamientos han sido los convidados de piedra en el proceso de descentralización. Ahora se han levantado porque soportan una presión diaria de los ciudadanos demandándoles mejoras continuas de los servicios públicos. Esto es algo imparable, pero tendrá un desarrollo muy lento. No se producirá voluntariamente, y menos cuando el poder político de la autonomía está en manos distintas del poder local. El Pacto Local tiene una lógica indudable porque muchos ayuntamientos están en mejores condiciones de prestar servicios que muchos gobiernos autónomos.

P. ¿Qué cambios traerá la futura ley de Grandes Ciudades?

R. Las grandes ciudades son maquinarias que gestionan grandes recursos y los concejales muchas veces no están preparados para administrarlas. Por eso, la ley abre la vía a recurrir a profesionales independientes para gestionarlas. Los ayuntamientos podrían ganar así en eficacia en la gestión, pero el control político sería menor porque podrían no ser elegidos por los ciudadanos.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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