Edward Teller, un físico de la era nuclear
Edward Teller, que participó en la creación de las primeras armas nucleares y que se hizo aún más famoso por defenderlas, falleció a los 95 años, el 9 de septiembre, en su casa del campus de la Universidad de Stanford, Palo Alto, California, que él había presidido. Pocos físicos de este siglo, por no decir ninguno, han generado un debate tan acalorado como Edward Teller.
Buena parte de ese debate se centró en el esfuerzo que empleó durante una década para producir la bomba de hidrógeno, en su ardiente promoción de las armas nucleares en general, en su profunda desconfianza respecto a las intenciones soviéticas y en su oposición a restringir las pruebas nucleares. Si bien muchos de sus colegas no compartían las opiniones políticas de Teller, para algunos científicos la suya era la voz del realismo que gritaba en el desierto de la ingenuidad liberal. Los detractores de Teller eran tan apasionados como sus partidarios.
Nacido en Budapest el 15 de enero de 1908, mostró desde niño una asombrosa capacidad matemática, pero estudió Físicas por consejo de su padre. A los 20 años, una nueva materia captó su imaginación, la teoría atómica que, según decía, le abrió "un mundo completamente nuevo". Se doctoró en la Universidad de Leipzig en 1930, se unió al claustro de profesores de la Universidad de Gotinga, pero, siendo judío, sabía que tenía que abandonar la Alemania nazi y en 1935 se fue a EE UU, donde trabajó en varias universidades como profesor de Física y logró la ciudadanía estadounidense en 1941. Cuando en 1943 se construyó el laboratorio científico secreto de Los Álamos para fabricar una bomba atómica, Teller dejó la Universidad de Chicago para unirse al proyecto que dirigía J. Robert Oppenheimer. Su esperanza, diseñar una bomba de hidrógeno, o superbomba, produjo desde el principio fricción con Oppenheimer, que insistía en centrarse en la bomba atómica que, en cualquier caso, haría falta para detonar la bomba de hidrógeno. La frustración de Teller al no conseguir financiación para su proyecto le llevó a ofrecer el testimonio ante un comité gubernamental que ayudó a privar a Oppenheimer de su permiso de seguridad. Y aunque de 1958 a 1960 dirigió el Laboratorio Lawrence Livermore en San Francisco, dedicado a la bomba de hidrógeno, y tenía mucha unfluencia, la oposición de la comunidad científica ensombreció el resto de su vida.-
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