_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Control en la salida

El curso político que se acaba de inaugurar encadena cinco procesos electorales en nueve meses. La estrategia de los dos partidos con aspiraciones de gobernar España está ya focalizada en las elecciones generales de marzo, donde debutan dos candidatos: Mariano Rajoy (PP) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE); pero antes pasarán por las urnas los electores de Madrid, que repiten después de que la Asamblea fuera dinamitada por la escandalosa deserción de dos diputados socialistas, y Cataluña, donde ya no estará Pujol al frente de los nacionalistas de CiU. Todavía está por decidir si las autonómicas de Andalucía coinciden o no con las generales, y como cierre de este trepidante calendario aparece el estrambote de las europeas.

El sondeo que hoy publica EL PAÍS retrata sólo el estado de la opinión ante la confrontación entre Rajoy y Zapatero. Sin duda, ésta ha sido la semana de gloria del recién designado candidato del PP, y así lo refleja la encuesta. En el camino que va desde hoy hasta marzo habrá acontecimientos ya previstos, como el debate del plan rupturista de Ibarretxe, y otros más azarosos que pondrán a prueba su preparación y que irán modificando las expectativas de cada partido. "O no", como diría Rajoy.

El nuevo candidato del PP se estrena con un partido recuperado de la crisis que le mantuvo durante el primer semestre del año por debajo del PSOE en expectativas de voto. El anterior sondeo, en marzo, coincidió con el peor momento del Gobierno, agobiado por la catástrofe del Prestige, alineado con Bush y Blair en la guerra de Irak frente a una masiva contestación ciudadana, y el mejor de Zapatero, que aparecía como alguien capaz de traducir en votos el hartazgo con el estilo y los hechos consumados de Aznar. Ahora, con el éxito de la operación sucesoria, estamos en el mejor momento del PP y el peor del PSOE, agobiado por la crisis de Madrid y con dificultades para dar una imagen de cohesión interna.

Así lo refleja el sondeo. Ha mejorado la percepción de la situación política y económica y, en consecuencia, mejora la valoración de la gestión del Gobierno y baja la de la oposición de Zapatero. Es significativo que entre las preocupaciones de los ciudadanos pase del segundo al séptimo lugar el tema de la guerra y la paz mundial, lo que evidencia que para la mayoría de los ciudadanos no es lo mismo la situación bélica propiamente dicha que la gestión de la posguerra, por desastrosos que sean sus resultados.

La principal incógnita del momento es si los deseos de cambio que se evidenciaron en la opinión pública durante el primer trimestre (y que las municipales de mayo matizaron sin desmentir) podrán ser satisfechas por el nuevo candidato del PP sin necesidad de cambiar de partido gobernante. El sondeo refleja la impresión de que Rajoy estará condicionado por Aznar, a quien personalmente debe la designación. Sin embargo, ese sistema de elección cuenta con tantos defensores como detractores. En valoración personal, la diferencia de Rajoy sobre Zapatero no es grande, pero el primero suscita más confianza como gestor: se le considera más preparado y con más capacidad para crear un equipo de gobierno.

Zapatero conserva su credibilidad en cuestiones que figuran entre las preocupaciones más permanentes de los ciudadanos, como la educación, la sanidad o, ahora especialmente, el acceso a la vivienda; pero su oponente inspira más confianza en todo lo relativo a la economía y el empleo, por una parte, y a la seguridad y el terrorismo, por otra. La imagen más social del PSOE permanece frente a la más económica del PP. En las demás cuestiones, incluyendo la autonómica, convertida por el PP en eje de su campaña, no se evidencian diferencias significativas, aunque llama la atención que una mayoría se identifique más con la apertura hacia la reforma de los Estatutos defendida por el PSOE que con la negativa cerrada del PP.

Todo ello se irá poniendo a prueba en las elecciones autonómicas que precederán a las legislativas de marzo. En las de Madrid el problema mayor será la abstención, cuyo aumento viene perjudicando más a la izquierda. El PSOE no ha sido capaz de equilibrar la indignación por lo que considera un fraude al electorado con la asunción de responsabilidades por el hecho de que los ladrones fueran en sus listas.

En las catalanas se juega algo más que el nombre del sucesor de Pujol. Para ganar en España el PSOE necesita vencer al nacionalismo en su propio terreno, pero Zapatero no ha sido capaz de contrarrestar eficazmente la inquietud sembrada por el PP sobre el efecto desestabilizador del discurso de Maragall. Claro, que el PP debe explicar por qué prefiere que gane Artur Mas, con un discurso nacionalista mucho más radical, al margen de que CiU siga siendo el único aliado posible de Rajoy en caso de mayoría relativa del PP.

Así están las cosas: confusas y, por tanto, abiertas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_