_
_
_
_
Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ciudad desvestida

"Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)", escribió Dámaso Alonso en su diario íntimo, Hijos de la ira. De 1944 a 2003, ¿cuántos cadáveres ha acumulado la capital de España? La poeta Guadalupe Grande (Madrid, 1965), que con Libro de Lilit obtuvo el Premio Rafael Alberti, nos induce a mirar de nuevo esa urbe en los versos de su actual entrega. Ocho años separan aquel y este libro. Sin prisas, maduró su escritura. Y se nota. En La llave de niebla hay una granazón de la palabra que la lleva a no nombrar en vano, a desechar lo superfluo decorativo e ir en busca de un lenguaje sin subterfugios, sin veleidades: signa con exactitud nominal, con propiedad adquirida a costa de mondar el poema como si fuese la manzana descubridora de la ley de la gravedad lírica.

LA LLAVE DE NIEBLA

Guadalupe Grande

Calambur. Madrid, 2003

80 páginas. 9,61 euros

La llave de niebla es libro urbanita, de poesía en la calle y de las calles. Pero desde dentro y desde alto. Aquí los versos se encaminan al alma (o su vacío) de la ciudad. El lenguaje se acopla al asfalto, pero no renuncia a la sugerencia, al símil sorpresivo, a una delicadeza de infancia absorta. La poeta asume la confusión como elemento de fusión en la vida de la ciudad y en su propia vida en ella: urdimbre de materiales urbanos con símbolos poéticos. Cables, antenas, bares, ratas, palomas enfermas... comparten hábitat con la materia del ensueño. La autora viste a la ciudad de hoy con el recuerdo del ayer, la desviste con la mirada del futuro y en medio, desolada, queda la herida de un cuerpo que sólo se protege con palabras, con poemas que construyen y levantan sus barricadas de versos como resistencia. Ilimitada resistencia contra la progresiva destrucción de los espacios amados.

Libro hondamente nostálgico, esta llave nos abre puertas tan conmovedoras como las que conducen a Centro comercial o Farmacia de guardia, poemas en los que los latidos del corazón y los del tiempo -propio, ajeno- cruzan de la mano y logran que, al paso de su sinceridad, los semáforos de nuestra lectura se tornen verdes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_