Tibor Varga, violinista y pedagogo, creador de un certamen internacional

El violinista y pedagogo húngaro Tibor Varga, creador de un concurso internacional que lleva su nombre, falleció el pasado jueves en Grimisuat, en el cantón suizo del Valais, a los 82 años de edad.

Había nacido en el año 1921 en la ciudad húngara de Gyor. Hijo de músico y niño prodigio, Tibor comenzó sus estudios de violín a los cuatro años y con sólo 10 interpretó en público el concierto para ese instrumento de Mendelssohn. En 1943, a los 22 años, publicó su primer disco y dos años después comenzó su carrera internacional como solista y como profesor de música en Alemania.

En 1947 abandonó definitivamente su país natal y vivió algunos años en Inglaterra antes de establecerse en Suiza (cantón del Valais) en 1956 y fundar en la localidad de Sion en 1963 la primera Academia de Verano y al año siguiente, el Festival Tibor Varga.

En 1967 se celebró el primer concurso Tibor Varga, considerado uno de los más prestigiosos de entre los dedicados a ese instrumento. Varga creó además un estudio de grabación cerca de Sion que atrajo a músicos de la categoría de Martha Argerich o Gidon Kremer. En 1997, Tibor Varga se despidió como director artístico del festival por él creado tras pasar el testigo a su hijo, Gilbert, director de orquesta.

Tras su partida, el ambiente se enrareció y Varga se retiró del comité del festival para sorpresa general, decidió retirarle el derecho a utilizar su nombre y organizó su propio concurso de violín. En 2002 se enfrentan en Sion dos competiciones de alto nivel: por un lado, los socios de Tibor Varga; por otro, el equipo que dirige el festival internacional de música de Sion-Valais, como pasó a llamarse después de que el músico húngaro lo repudiase. Este agosto, la 37ª edición del nuevo concurso de violín creado por Varga se celebra por primera vez en otro cantón suizo, el del Jura.

Varga no fue solamente un pedagogo excepcional, aunque famoso por sus ataques de cólera, sino también un intérprete extraordinario. Alguien dijo de él que representaba la síntesis de la antigua escuela rusa, de la francesa y de la moderna. Algunos críticos aseguraban que su forma de tocar el instrumento era carnal, casi sensual, pero al mismo tiempo romántica y tierna.-