Polémica en Francia por el anuncio de rebaja de impuestos

La decisión del primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, de mantener su programa de rebajas impositivas a pesar del alto déficit fiscal que registra Francia ha provocado una ola de críticas de buena parte del arco político francés. Socialistas y democristianos han alzado sus voces de disconformidad contra lo que consideran algo "socialmente injusto" y "económicamente ineficaz".

Raffarin, al anunciar su decisión de reducir el impuesto sobre la renta un 3%, ha demostrado privilegiar la fidelidad a quien le nombró, el presidente Chirac, elegido con un programa que prometía reducir la presión fiscal en un 30% en el plazo de seis años. La decisión elude los compromisos europeos -el Pacto de Estabilidad exige un déficit inferior al 3% y el de Francia alcanzará el 4%- o de la pura experiencia de gestión económica. Raffarin afirmaba ayer que "Maastricht es importante", pero su prioridad es crear empleo.

En efecto, cuando Raffarin fue escogido primer ministro el déficit en Francia era de un 1,4%. Desde entonces, el Ejecutivo francés ha rebajado ya un 6% el IRPF sin que eso haya servido para otra cosa que convertir Francia en el país con la tasa de ahorro más alta de Europa, por encima del 17%, y con mayor deuda pública de la UE.

Las críticas contra la decisión de Raffarin no vienen sólo de la izquierda. François Bay-rou, democristiano, centrista y profundamente europeísta, considera que "el Gobierno es imprudente", pues la suya "no es una gestión sana" en la medida en que "deja un futuro muy endeudado a nuestros hijos". Para Pierre Méhagnerie, de la Unión de la Mayoría Presidencial en el Gobierno, "la prudencia aconsejaba hacer un alto en la reducción del impuesto" o, cómo máximo "bajarlo un solo punto para no romper el equilibrio".

Coste de 50.000 millones

Para el Consejo de los Impuestos, organismo consultivo, la opción de Raffarin tampoco es la adecuada, puesto que había otras vías a explotar: "El coste de las exoneraciones fiscales en Francia ronda los 50.000 millones de euros", y señala diversos casos en que dichas exoneraciones le parecen injustificadas como "la de no hacer pagar la Contribución Social Generalizada a las pensiones de jubilación, lo que supone una merma de 3.900 millones". El Consejo critica el coste de la gestión de los impuestos y duda de la eficacia de la "prima para el empleo" -Raffarin la aumenta en 500 millones-, pues "las subvenciones son abonadas 18 meses después de que se haya encontrado trabajo".

El más duro es el antiguo ministro socialista de Economía, Dominique Strauss-Kahn, para quien la opción gubernamental es "socialmente injusta y económicamente ineficaz". Strauss-Kahn constata que "el 10% de los contribuyentes más ricos se beneficia del 70% de la reducción" y cifra ésta en 2.000 millones. "Endeudar el país para hacer regalos a los más ricos: ésa es la cohesión social de Raffarin".

El ex ministro recuerda que "la degradación de la situación en Francia es debida, según la OCDE, en dos terceras partes a las decisiones de política económica y no a la coyuntura". El resultado es "políticamente descalificante" cuando a Francia le "convendría liderar una iniciativa de crecimiento europea".