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Philippe Boesmans: "Mis óperas levantan pasiones y fobias"

'Wintermärchen', su tercera obra, abre la temporada del Liceo

Las nuevas óperas suelen tener una corta vida en los escenarios. No es el caso de Wintermärchen (Cuento de invierno), la tercera ópera del compositor belga Philippe Boesmans (Tongeren, 1936), que llega a España avalada por el éxito alcanzado en Bruselas, Lyón y París. El montaje, firmado escénicamente por el director suizo Luc Bondy e interpretado por la compañía de La Monnaie de Bruselas, inaugura el sábado la temporada del Liceo de Barcelona. "La ópera es como la vida y como el amor, está llena de emoción y pasión. Y si no transmite emociones, está muerta", afirma Boesmans.

Haber triunfado en vida con dos de sus tres óperas -Reigen (La ronda), adaptación de la obra de Arthur Schnitzler, también dirigida por Bondy, y Wintermärchen, basada en la comedia homónima de Shakespeare- es casi un milagro en el campo de la creación lírica. Boesmans, sin embargo, mantiene la vanidad a raya. "Mis óperas son conocidas cada vez por más público y eso me hace muy feliz, pero el resto de mi música sigue en el gueto", comenta.

Wintermärchen fue estrenada en la capital belga, en diciembre de 1999, con libreto de Luc Bondy, y posteriormente editada por el sello Deutsche Grammophon. Todo es relativo, incluso el éxito, que Boesmans se toma con filosofía. "Hay críticos que aseguran que mi ópera es genial y otros dicen que es un simple pastiche. Levanta pasiones y fobias. Me encanta esa división de opiniones y siento curiosidad por ver la reacción del público español", dice.

En el ascenso internacional de Boesmans hay dos nombres clave, Gérard Mortier, quien en 1985 lo fichó como compositor residente del teatro de La Monnaie, y Luc Bondy, con el que realizó en 1989 una adaptación teatral y musical de L'incoronazzione di Poppea, de Monteverdi. Desde que cruzaron sus caminos, el éxito les acompaña. "La ópera es el género ideal para que los compositores recuperemos la conexión con el público. Debemos reencontrar la vocalidad y la expresividad perdida a causa de las vanguardias más radicales de los sesenta, que no permitían mostrar la emoción".

No hay fórmulas mágicas para recuperar la comunicación entre el compositor y el público, aunque si algún camino se impone, ése es el eclecticismo. En Wintermärchen, difundida a través del disco, las voces fluyen con naturalidad y abundan las rupturas de estilo al servicio de la concepción dramática de Bondy. "No sigo un método, me baso en el instinto. Busco la música adecuada al carácter de cada personaje y cada situación dramática, porque lo que hacemos, en definitiva, es contar una historia".

Boesmans es un tipo encantador, sencillo y directo en su trato, divertido y nada petulante. Nunca pontifica y expone sus ideas con naturalidad, claridad y sentido del humor. "Hay obras que buscan la confusión y asustan por su complejidad, como si el compositor pensase que, cuanto más enrevesada sea su escritura, mejor será la partitura. Pero la complejidad no es una virtud, y menos en la ópera. Si queremos salvar la ópera contemporánea se debe dar un paso atrás. Tenemos que volver a comunicar los sentimientos al público".

Conquistar al público no significa hacer concesiones. "Buscar la comunicación con la gente no es una concesión, lo que no tiene sentido para mí es olvidarla dando más importancia a la forma que a la emoción. No hay arte sin emoción", asegura. Y no duda un instante a la hora de escoger sus óperas preferidas: "Wozzeck, de Berg, y Pelléas et Mélisande, de Debussy, son las más geniales óperas del siglo XX, ejemplo y fuente de inspiración inagotable".

En Wintermärchen, con libreto de Bondy y Marie-Louise Bischofberger, el músico belga despliega citas y referencias en un arco operístico que va de Monteverdi a Bernstein, pasando por Mozart, Wagner, Strauss, Berg, Debussy y Ravel. "Mezclo muchos estilos en mi lenguaje y, aunque no soy consciente, las citas brotan a la hora de definir un personaje, una situación o una atmósfera. Las citas ayudan a la comprensión, aunque la mezcla no basta, la unidad se logra con la fusión de música y texto".

Mientras espera el estreno liceísta, trabaja en su próxima creación lírica junto a Bondy, una versión de La señorita Julia, de Strindberg, que estrenarán en Bruselas en 2005 y se representará el mismo año en Aix-en-Provence y en Viena. La nueva ópera también tendrá libreto en alemán. "Es la lengua en que escribe Bondy y a mí me gusta, porque amo el alemán por la música".

El compositor belga Philippe Boesmans.
El compositor belga Philippe Boesmans.MARCEL.LÍ SÁENZ

A ritmo de 'thriller'

Más cerca de la fábula psicológica que de la comedia, Luc Bondy reelaboró como libreto de ópera, en alemán, Wintermärchen

, el Cuento de invierno de Shakespeare. Redujo los cinco actos originales a cuatro, eliminó escenas y personajes secundarios y creó uno nuevo, Green, un mendigo que en el tercer acto comenta la acción. "El libreto es fantástico porque, pese a la condensación [la ópera dura alrededor de dos horas], Bondy mantiene intacta la historia y la narra a ritmo de thriller cinematográfico". Es un cuento, con final feliz, pero inquietante, porque los celos infundados del rey de Sicilia, que provocan la ruptura con su mejor amigo, la muerte de su hijo y heredero, la pérdida de su mujer y de su hija, son "mucho más interesantes, por su paranoia, que los celos de Otello", comenta Philippe Boesmans. La tragedia acaba en feliz reencuentro, y el invierno que congela los sentimientos de los personajes se convierte así en primavera.

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