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Los científicos alertan de posibles lluvias torrenciales en los próximos meses

Las altas temperaturas que este año registra el Mediterráneo pueden causar inundaciones

Este otoño puede ser meteorológicamente complicado. La gran cantidad de calor que ha ido acumulando el Mediterráneo durante el verano hace que aumente el riesgo de lluvias torrenciales, con su habitual secuela de inundaciones y destrozos. El riesgo se considera "elevado", en opinión de Carme Llasat, investigadora de la Universidad de Barcelona y miembro del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC). Llasat destaca: "La situación actual recuerda a la que vivimos en 1962 y 1994, con un verano muy cálido tras el cual se produjeron inundaciones muy importantes en Cataluña".

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Uno de los datos que preocupan es la elevada temperatura del mar. Durante el pasado verano el agua ha superado los 30 grados en muchos puntos de la cuenca mediterránea occidental, y aunque ahora ha disminuido ligeramente la temperatura, siguen registrándose valores muy elevados. Millán Millán, director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, ubicado en Valencia, explica que en estos momentos "hay grandes manchas de agua muy caliente que flota en la superficie y se desplaza muy fácilmente por el viento". En opinión de Millán, estas bolsas son "como una carga de pólvora disponible para su disparo, ya que cuanto más cálida sea el agua del mar, más energía hay disponible para alimentar tormentas más contundentes".

La elevada temperatura del mar favorece el riesgo de tormentas porque se evapora mayor cantidad de agua y a la vez se calientan más las capas bajas de la atmósfera. El resultado es un aire muy cargado de humedad que si encuentra las condiciones propicias puede generar valores de precipitación muy altos.

En estos momentos tenemos "una gran inestabilidad latente, y hay que temer el riesgo de que ésta se pueda disparar", asegura Llasat. Los vientos del sureste son uno de los desencadenantes típicos de estas tormentas al empujar el aire húmedo contra las montañas, lo cual comporta que el vapor de agua se condense en grandes cantidades al ganar altitud. Otro desencadenante está relacionado con el embolsamiento de aire frio en altura, conocido como gota fría. Millán agrega: "Las gotas frías pasan muy a menudo sobre la Península y no sucede nada. El problema se plantea si tienes una masa de aire muy cálida y húmeda a baja altitud". Justo como la que hay ahora.

El Instituto Nacional de Meteorología advertía ayer de que podían producirse fuertes tormentas en los próximos días, con valores de 30 litros por metro cuadrado en Cataluña, Aragón y Valencia. Pero la intensidad previsible de la lluvia que nos espera en los próximos meses es imposible de predecir. En casos extremos se han llegado a medir valores de unos 700 litros en algunos puntos de Valencia caídos en un solo día. Pero también puede ser que no ocurra absolutamente nada. Todo depende de la evolución de las condiciones meteorológicas. En todo caso, como el agua del mar se enfría muy lentamente, el riesgo va a prolongarse durante bastante tiempo.

Aunque la situación de calentamiento del mar durante este verano se considera excepcional, lo cierto es que está en la línea del calentamiento progresivo que se detecta desde hace unos años. Desde 1973, Josep Pascual mide la temperatura del agua frente a L'Estartit, en la Costa Brava, y este observador constata que en estos 30 años la temperatura superficial ha aumentado unos 0,7 grados centígrados de promedio. Pascual añade: "Hasta 1990 nunca se habían medido valores superiores a los 25 grados en L'Estartit. Pero desde entonces se ha superado esta temperatura en 1992, 1994, 1995, 1997, y ahora en 2003, en que hemos batido el récord al estar 18 días por encima". Millán constata que los valores actuales son "los más altos nunca registrados desde que tenemos observaciones".Otro valor que no para de aumentar es el de los daños causados por las inundaciones. Carme Llausat acaba de finalizar un proyecto europeo que ha estudiado los episodios de inundaciones catastróficas en Cataluña y Francia desde el siglo XIV hasta la actualidad. Sus conclusiones son que "en 700 años las inundaciones catastróficas no han aumentado. Sin embargo, el valor de los daños que causan es cada vez mayor porque se siguen ocupando áreas inundables. La presión urbanizadora es impresionante y se construye en áreas de riesgo que jamás deberían haberse ocupado, sobre todo en la costa mediterránea española, francesa e italiana", asegura.

¿Qué relación guarda todo esto con el cambio climático? Es difícil de asegurar, pero Carme Llasat tiene muy claro que "la inmensa mayoría de los 3.000 científicos del IPCC no albergan dudas de que las actividades humanas están aumentando la temperatura de la Tierra, y que esto puede ser muy peligroso, más de lo que nos imaginamos ahora", por lo que esta investigadora cree que es urgente "reducir las emisiones de gases contaminantes, entre ellos los de efecto invernadero".

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